Los toros pierden todo su encanto cuando lo que está por venir todo es previsible; digamos que, desde hace mucho tiempo los toros parece que tienen un guión escrito que se cumple a rajatabla, razón de peso para que los aficionados hayan dejado de ir en masa a presenciar este espectáculo que, no hace muchos años era algo apasionante. Es triste que, como dije miles de veces, si de figuras hablamos, la crónica del festejo la podemos hacer antes de que se celebre y esa es la peor desdicha de este espectáculo otrora imprevisible y apasionante.
Nos ilusionó Morante en Sevilla con el rabo que cortó que, si se me apura no estaba en el guión, o quizás sí, vete tú a saber; había muchas ganas de que el de La Puebla triunfara por lo grande en su plaza y, lo consiguió, Luego, las circunstancias no refrendaron todo lo que esperábamos de este gran torero. Y partir de ahí todo siguió según el guión previsto, salvo al borrón que le hicieron al mismo Fernando Adrián cuando triunfó rotundamente en Madrid y le dejaron sentado en su casa hasta finales de agosto. Eso no estaba previsto pero, una cosa que no teníamos prevista en realidad ocurre pero, para hacerle daño a este hombre que, hasta él mismo se rompería la cabeza contra la pared pensando en la ignominia a la que era sometido.
Triunfó Sebastián Castella en Madrid y, a partir de aquel momento su temporada discurrió bajo los efluvios de la normalidad, caso de El Juli que se paseó por todas las ferias de España y Francia para casi al final de la temporada anunciar su adiós que le valió para salir en hombros de Madrid en un generosa puerta grande pero, se iba el ídolo y había que rendirle los honores que le correspondían. El guión, según las figuras, se había escrito y así se llevó a cabo. Eso sí, que nadie crea que nos hemos librado de El Juli que descansará al año que viene para, en el siguiente, seguir “compitiendo” con Enrique Ponce.
Roca Rey cumplió su papel a la perfección y, Emilio de Justo que había tenido una puerta grande barata en Madrid salió tocado de la feria puesto que, se dejó ir algún que otro toro bravísimo. Menos mal que, a lo largo de la temporada, afloró de nuevo su torería y quedó entre los grandes. No tuvo suerte en Madrid Diego Urdiales, al igual que en otras ferias grandes pero, en Las Ventas dejó un ramillete de verónicas de ensueño, algo muy difícil de olvidar. Más tarde, desde Azpeitia hasta Logroño, sus triunfos se sucedieron en plenitud y, tuvo que ser en el coso de La Ribera donde plasmara su gran faena, la que certificaba una vez más que estamos ante un gran torero que, le podrán ningunear, pero nadie pondrá el menor reparo ante su torería infinita.
Siguen escalando posiciones en el arte Juan Ortega y Pablo Aguado, dos toreros importantísimos que, con solo retazos, han dejado su sello por los ruedos y, en ocasiones, como le sucediera a Juan Ortega en Salamanca, con dos faenas de escándalo y, paradojas del destino, no fue contratado para San Isidro y, en la feria de otoño, Ortega, dibujó una serie de verónicas que todavía las llevamos prendidas en el corazón. Tomás Rufo siguió al pie de la letra el guión escrito al igual que Daniel Luque, Perera, El Fandi, Cayetano y otros que, como decía, eran todos previsibles en su quehacer, por tanto, nada que objetar y mucho menos de recordar.
Y tuvo que ser en octubre y auspiciado por las sustituciones cuando, por fin, una vez más, Curro Díaz afloró su arte inmaculado en dos tardes en Úbeda en la que, por esas triquiñuelas del destino, pese a que fue el triunfador del pasado año en dicha plaza, en esta ocasión no se había contado con él. Vía sustitución pero, dos tardes importantísimas para el diestro de Linares que, por esas mismas fechas cerró su temporada en Jaén con otro triunfo de escándalo. Se midió con las figuras y les superó, posiblemente ésta sea la razón por la que es despreciado, por el miedo escénico que tienen los que mandan en que, un artista, así, sin más, les deje en ridículo. Previo a todo lo dicho, Curro Díaz se había entretenido en cortar seis orejas a los toros de Victorino Martín, amén de otros éxitos en distintos pueblos.
Y tuvo que ser en la feria de otoño de Madrid donde Borja Jiménez revalidara su gran temporada, la que nos había enamorado en todas las tardes que le pudimos admirar. En dicha feria y con los toros de Victorino Martín, Borja firmó su tarde más apoteósica puesto que, además de jugase la vida, toreó con un gusto exquisito. Tres orejas, puerta grande y, sin lugar a dudas, el suceso de la temporada. Se lo ha ganado él y, pedimos al destino, mejor dicho a los empresarios, que sigan apostando por el nuevo valor, merece la pena y nadie pondrá el más mínimo reparo para que este admirable diestro sea contratado, así como aplaudimos que haya sido incluido en Valencia.
No estaba previsto que Curro Díaz compartiera cartel con Manzanares en Úbeda, de ahí la gran sorpresa que supuso que, el linarense toreara y, lo que es mejor, que diera un soberana lección de torería para salir en hombros.