Todavía no ha terminado el año en curso y, de repente empieza la efervescencia de cara a la próxima temporada, algo que nos ilusiona a todos. La buena noticia que podemos contar, según se ha hecho pública, es que Román, el diestro de Valencia matará seis toros en su ciudad natal en la próxima feria de fallas. A priori, la idea nos parece genial puesto que, el diestro cumplirá una de sus grandes ilusiones que, como se desprende, era matar seis toros en la plaza de Valencia, su ciudad, la que le vio crecer como torero y, lo que es mejor, como persona.
Cualquier aficionado neófito que lea esta noticia quedará asombrado puesto que, aquello de matar seis toros no es nada baladí pero, la pregunta es inevitable: ¿Le servirá de algo al diestro? Y, a su vez, ¿qué se esconde tras lo que entendemos que es un reto importantísimo para el diestro? Desdichadamente y lo digo con gran pesar, no le servirá de nada. Esas machadas no cuentan para nadie, salvo para los aficionados que aplaudimos el gesto pero, poco más. Recordemos que, entre otras muchas plazas, Román ha tenido tardes importantes en Madrid, hasta el punto de salir en hombros por la puerta grande de Las Ventas.
Todos reconocemos que, el valor de Román es su arma más importante, incluso este año estuvo fantástico en Madrid y, al final, todo ha quedado en el vacío de la nada puesto que, un hombre como él, con varios años de alternativa y con muchos éxitos sobre sus espaldas, esta temporada ha terminado con diez corridas de toros. ¿Cabe insensatez mayor? Solamente por el valor que derrama el diestro y por las corridas que mata, solo por ello ya merece la pena comprar el boleto para verle.
Claro que, si nos ajustamos a la realidad de cómo está el toreo, que Román mate seis toros es un bagaje muy pobre para que el aficionado se ilusione; digamos que, si son aficionados acudirán con agrado al espectáculo pero, lo que se dice el gentío que puede llenar una plaza de toros, todos esos se quedarán en casa. Me parece genial que Román pueda actuar en Valencia pero, en unión de dos compañeros con mucha fuerza en el cartel, caso de Roca Rey y de Morante, por citar dos toreros que posibilidades de llevar mucha gente al coso valenciano.
Es cierto que, ahora entra en función la “madre del cordero”. El cartel que he citado vale mucho dinero organizarlo y, seguramente, la empresa, buscará la fecha más idónea para que se llene el recinto valenciano, por eso le darán a Román ese festejo que, a priori, parece algo grande pero la realidad es muy otra y, para que la desdicha sea más grande, solo falta que le ofrezcan la fecha del 19 de marzo que no acude nadie a los toros, los últimos años han dado la medida de que, la fecha otrora emblemática, ha muerto para siempre si de toros hablamos.
Las cuentas están hechas; la empresa no pretende ganar mucho dinero con dicho festejo con la participación de Román puesto que, con tal de que acudan tres mil personas son suficientes para que el evento no sea deficitario y, a su vez, se apuntan el gesto de darle al chico una oportunidad de “oro”. Y, cuidado, todo lo que supere las tres mil personas de las que hablo, todo serán beneficios porque aquí viene el quid de la cuestión. Me gustaría ver el contrato firmado por Román y sus emolumentos crematísticos. Bien es cierto que, el diestro pensará que mejor lo que haya antes que quedarse sentado en su casa y, no le falta razón pero, ese festejo huele a cuerno quemado antes de empezar.
A ningún diestro se le negará el mérito contraído al firmar matar seis toros de una “tacada” pero, si estos hombres humildes piensan que eso les tiene que sacar del atolladero, apañados quedan. Recordemos a Fortes que mató este año seis toros en Antequera pensado que su hazaña le reportaría nuevos contratos y, acabó la temporada con tres festejos. ¿Cabe desdicha peor? No cabe, pero existe. Y si nos atenemos a la realidad que debemos ceñirnos, aquello de mar seis toros debe ser una hazaña que te la reclamen los públicos, Antonio Bienvenida era el puro referente de lo que digo pero, matar seis animales sin que nadie te lo pida y sin tener la más mínima fuerza taquillera es un dislate en toda regla.