Ayer fue un día diferente. En la soledad del campo, sin cámaras ni focos, sin público ni aficionados, se lidiaba un toro de Madrid a puerta cerrada. Los protagonistas Tomás Rufo y un toro de la ganadería El Montecillo, de nuestro gran añorado Paco Medina.

No bajaron las musas, puesto que estas viven ya en su alma. No fue casualidad, porque todo es fruto de un gran trabajo. La constancia, el esfuerzo, la perseverancia, el respeto, como parte de una forma de vida en “torero”. Vivir por y para el toreo.

Un toro exigente, por momentos complicado, con bravura y emoción, es decir un toro importante para Madrid. Tomas Rufo, demostró que está listo para el escalafón superior. Los retos no le asusta, el futuro no le abruma, siempre consciente de lo que puede llegar a ser.

Las yemas de los dedos acariciaban la muleta, por momentos parecía magia. Se conjugaron toro y torero, se unieron en una simbiosis para dar a luz una faena de dos orejas, en la más rotunda soledad del campo. Sin oles, ni aplausos. Sin gritos de torero. Solo y concentrado, escuchando su alma y los consejos de Morenito.

Poco a poco, fue formando una faena, con argumentos de figura. Sin titubear, sin moverse, sin dejarse tocar la muleta. Todo con gusto, despacio, muy despacio, como se gestan las grandes obras de arte. Sin brusquedad, por muy fuerte que fuera el toro, siempre buscando el temple y la colocación. Tranquilo, consciente de sus cualidades, fue formando un lío, que quedara en su corazón. Y en la retina de los presentes. Jugando con el toro, como si fuera una becerra, fue hilando series importantes, de mano bajo, de frente y cargando la suerte. Los cambios de manos fueron épicos. Simplemente sublimes. Una delicia ver como es capaz de parar el tiempo. La vida no es perfecta, pero hay faenas que sí.

No hubo ovaciones cuando acabo la faena. Nadie hablará de ella. Los periódicos no sacarán portadas. Las empresas no llamarán para contratarle.

Todo eso es lo de menos. Está preparado para un futuro. Para cuando llegue su momento. Todos confiamos en tener una figura total, que compita. Que haga del futuro algo variado y diferente.

Por Juanje Herrero

Fotografía Bárbara Nombela