Qué difícil es torear. Dominar las suertes…   Mas si torear es difícil, más aún lo es hacerlo en las Ventas y sobre todo llegar a triunfar. Y es que en Las Ventas hay que coordinar muchas cosas. El torero debe ponerse de acuerdo con el toro y contar además con el beneplácito del público y entre el público está el que ocupa las entradas del tendido 7 que parece estar siempre en desacuerdo con todo.

El domingo la plaza madrileña registró una gran entrada para ver lidiar los toros de Araúz de Robles que iban a caer en las manos de Curro Díaz, David de Miranda y Calerito que sustituía al torero portugués Juanito que dos días antes tuvo un percance en un tobillo. Bien presentado el ganado tuvo el trapío que se exige en la primera plaza del mundo. Calerito confirmaba su alternativa por lo que el orden de la lidia se vio alterado.

Los de Araúz de Robles que pasaron todos los requisitos para ser considerados toros bien recibidos por los más exigentes, fueron por lo general nobles y con muchas posibilidades de haber dado una gran tarde, pero los buenos augurios se truncaron por diferentes motivos e hicieron que los acontecimientos discurrieran por senderos muy distintos a lo que se preveía.

Calerito que abrió plaza estuvo aseado con su primero, recibiendo aplausos, pero al astado se le vio tan noble que fue aplaudido en el arrastre lo que dio esperanzas en pensar que tan pujantes y bien armados animales iban a depararnos una gran tarde. Pero salió el segundo y Curro Díaz se abrió de capa y el toro entró en su jurisdicción y lo toreo a placer. En el primer lance el público se manifestó tan rendido al torero de Linares que jaleó cada una de sus verónicas, mostrando claramente que él había sido el principal reclamo para que el coso alcanzara tan buena entrada. Pero el toro llegó al caballo y pareció recibir un castigo demasiado fuerte para sus fuerzas, de tal forma que comenzó a perder las manos. Aquí entró en tromba el tendido 7 abucheando a la presidencia y pidiendo la devolución del cornúpeta. Muchos vinieron provistos de pañuelos verdes lo que muestra cómo andaban ya con el fusil cargado dispuestos a reventar la tarde. Como el toro no se cambiaba, se caía y pedían al matador que lo matara, Curro Díaz se vio forzado a abreviar la faena matando de forma muy poco ortodoxa. El toro fue despedido entre pitos.

Puede decirse que a partir de este momento el ambiente quedó enrarecido y la tarde se vino abajo siendo difícil que levantara el vuelo. Ni David de Miranda se mostró como el torero que habíamos reconocido en Sevilla, siendo silenciado con el mejor toro de la tarde, que estuvo por encima de él y con la petición de oreja y saludos en el coloreado listón chorreado del quinto.  Tampoco Calerito mostró otra cosa que no fuera su valentía ante un toro con problemas, exponiendo mucho, pero llegando al público solo por lo arriesgado de sus apuestas. Curro Díaz supo en su segundo, uno de los peores del encierro sujetarlo en tandas de muletazos de buen trazo. Faena bien rematada con el estoque que obtuvo ovación.

Merece destacarse entre los subalternos, que en general hicieron una lidia bastante caótica, la intervención del banderillero Fernando Sánchez, de la cuadrilla de David de Miranda, que clavó los palos con arte y maestría. Al final, los tres matadores fueron despedidos con aplausos al abandonar el ruedo y la tarde quedó en una decepción entre lo que pudo haber sido y no fue.

Resumiendo: Curro Díaz estuvo en maestro, pero le tocó el peor lote y no pudo hacer mucho más de lo que hizo. David de Miranda y Calerito apenas llegaron con su trabajo a los tendidos. Extraordinaria la presentación de los toros de Araúz de Robles que no llegaron a encontrar la comunión con los espadas. Otra vez será.

Sí quiero añadir algo que me parece inaudito en una plaza de primera como es la de las Ventas. En los exteriores del coso no había ni un mísero cartel que anunciara la corrida, algo que no ocurre ni en la más humilde de las plazas de toros. Preguntados los encargados de colocar los carteles, confesaron, no sin cierto rubor, que no los había. Es decir, que el departamento de publicidad o de marketing de la primera plaza del mundo deja muchísimo que desear. Con un cartel anunciador la buena entrada registrada quizá hubiera podido convertirse en un lleno. Es inconcebible que no existiera ningún reclamo en los exteriores de la plaza en el mismo día del festejo.

Otro aspecto censurable en el que quiero incidir una vez más es en el hecho de que esta plaza cuente en la actualidad con una banda de música tan escueta. Poco más de una decena de profesionales los estimo insuficientes para amenizar el espectáculo en una plaza importante, aún a pesar de las breves intervenciones que acostumbran a amenizar la fiesta en un coso de esta categoría.

Francisca García

Todas las imágenes son exclusiva para nosotros de nuestro compañero y maestro, Andrew Moore.