-Hace casi medio siglo  que  escribí estas líneas “atacando” la monotonía del toreo y ensalzando la torería de una plaza entonces “anónima” que hoy me gusta recordar.

-En la actualidad hay un puñado de toreros con pasajes que se salen un tanto de los “tres pases de siempre” pero los festejos están pidiendo a gritos diversidad, sello personal, menos espacios muertos, menos monotonía…y las faenas duren un poco menos.

-Existen demasiadas “tareas” muy parecidas especialmente en los programas novilleriles.

Es sencillo ensalzar lo monumental, alabar lo famoso y corear lo legendario.

Es delicado gustar de lo sencillo y gozar de lo poco promocionado.

Tú…ciudad pequeña, me has deleitado siendo la primera vez que te visitaba.

(Poema hindú).

La “fiesta”, si se analiza estrictamente en cuanto a sus actores principales, los toreros, podemos concluir que desde hace un puñado de años sus faenas se parecen unas a otras como dos gotas de agua.

Se da el caso corriente que los espectadores, de no frecuentar demasiado, no conocen a ningún lidiador. “¡Ah, sí! El que vimos el otro día en…y en…”. Pero no se les ha quedado nada con fuerza y personalidad distintiva. Y no me refiero al que acude a la plaza una vez al año.

Hace unos años toreaban en Pamplona una combinación de figuras centenaria en ferias y carteles. Cuando salía Navalón del hotel hacia la plaza me dijo literalmente: “Igual me da ir a la plaza que quedarme en la siesta. Podría hacer la crónica sin salir de la habitación”. Hoy comprendo que tenía razón Alfonso.

Salvo algunos toreros con cierta personalidad y evidentes destellos en alguna suerte, todo es igual. Bien se conoce el asunto en “el mundo del toro”. En la primera entrevista que se les publique todos dirán: “Yo no me parezco a nadie o no quiero parecerme a nadie”. Lo cierto es que la inmensa mayoría carecen de personalidad y por tanto la sorpresa en lances o pases brilla por su ausencia. Siempre igual. Como la cerveza…

Cañabate, escritor costumbrista y gran crítico taurino, se enfadaba al ir a las corridas y tener que escribir del paisaje, de chavalas o de gastronomía en vez de tratar lo propiamente taurino.

Yo, como aficionado que me considero y a la vez humilde y “perezoso” escritor sin soldada, reconozco que estoy sintiendo algunas desviaciones en mi afición, con solo quince años de ver toros. Analizo cualquier faena… ¡Y se parecen tanto…! Falta la gracia y lo inesperado que mantienen la atención y el interés. Parece que nada se crea. Que todo se copia. Falta el toque personal. El sentimiento. El gusto. Abunda la mecanización.

Sé que muchos toreros van a estar bien. Que cortarán orejas. Que habrá buenos pases. Pero siempre lo mismo y en todas las plazas.

Sin darme cuenta me “tiran” las novilladas y hasta los carteles desconocidos. Y sobre todo las corridas con diestros de cierto “aire” aunque sepa que no van a obtener trofeos. Pueden ser Romero, El Paula, Robles, Curro Vázquez, Manolo Cortés, Rafael Torres, Antoñete, Sebastián Cortés y algunos más.  Les veo “algo” que no es corriente. En los demás ocurre como cuando “la misa” se decía en latín. La mayoría no distinguía sino el color. Un día salía el preste “morao” y oro, otro verde, otro negro… ¿Quién establecía más diferencias?

El día 2 de agosto toreaba en Azpeitia Sebastián Cortés, que de los enumerados es el que más actúa por las cercanías, debido a su afinidad con Manuel Chopera. Completaban la terna Camino y Cavazos.

Olvidemos las orejas y números de circo del mejicano. Me quedó la impresión de un sector que protestó los toros por mal despuntados, uno de los peores trabajos que yo he visto, y el enorme agrado y sorpresa de una plaza mimada en todos los detalles por un Consistorio que se esmera.

Perfectamente cuidado el “albero”. Pulcramente pintadas todas las columnas y  armazón fijo de madera. Los burladeros, las barreras, los palcos. Todo al detalle. Los areneros, uniformados. Lo mismo los mulilleros, alguacilillo y puntillero.

Todo el conjunto me sorprendió tan gratamente, en esta plaza recoleta y repujada con fondo de montes, como la primera vez que presencié una corrida en La Maestranza sevillana o en Puerto de Santa María. Por referir dos plazas metidas ya en la solera de la Historia Taurina. Y eso que estas son siempre mejoradas por una predisposición a favor a veces sin argumentos.

Pero lo que acabó de sorprenderme fue que antes de salir el cuarto toro, con respetuoso silencio del público en pie y los toreros desmonterados, la Banda Municipal llenó el ambiente taurino con un sentimental zorcico ovacionado por toda la plaza. Toda una oración torera.

“Hace muchos años un banderillero de Deva contemplaba la corrida en un tendido. Desde el ruedo fue invitado a colocar los palos al tercer toro y al ejecutar la suerte fue corneado de muerte. En su recuerdo, el organista de Azpeitia compuso esta pieza que todos los años suena en esta plaza, y en este momento de la lidia”.

Fue la explicación que recibí de un espectador, que coincidió  con la que pedí a un joven componente de la Banda Municipal. No quise informarme más porque me pareció un detalle hermoso. Mezclando estas estampas con la suavidad de unos derechazos de Camino y unas majestuosas verónicas de Cortés pasé una tarde feliz.

Además Azpeitia, por su situación geográfica, ofrece un preludio de corrida inigualable. Sus accesos sombríos cruzando El Goyerri, el baño en la playa de Zarauz, la merluza de Guetaria que quita el sentido y el recuerdo de Zuloaga y Belmonte en la villa industriosa y marinera de Zumaya.

Me apunto para muchos años a las tardes taurinas de Azpeitia. Porque ha dejado en mí, como  aficionado a los toros y humilde catador de la vida, una grata vivencia. Al comentarlo he coincidido con muchos y lo recomendaré siempre con verdadero cariño.

Pedro Mari Azofra

Logroño, septiembre de 1.975. Libro de fiestas del CTL.

(Encabezaban el escalafón, en 1975, Capea, Alcalde, Galán, Paquirri, Dámaso, Teruel, Palomo, Ruiz Miguel…).

PIES DE FOTOS

Debut de Paco Camino en Logroño, 1959, El Sabio de Camas en una trincherilla y dando la alternativa a Sebastián Cortés en Castellón, Cortés en un adorno y Camino con unos aficionados en Logroño.