Torero poderoso, valiente, con mucho oficio campero y reacio a ceremonias públicas y sociales.

Mató en Madrid 62 toros cortando orejas a «Victorinos» «Murteiras», «Miuras», dando hasta diecinueve vueltas al ruedo.

En Bilbao toreó nueve tardes, tres con el hierro de Miura y el resto de las divisas más duras de la época.

El pasado “Dos de mayo” murió, de infarto cerebral en una clínica madrileña, Dámaso Gómez. Tenía 90 años. Es la fecha que celebran los “gatos” por sublevarse a la ocupación napoleónica en 1808 iniciando la Guerra de la Independencia que duró seis años. Una rebelión contra el poder francés que arrasó Murat con  30.000 soldados mientras los paisanos se defendían con macetas y orinales. Ahí hubiera estado Dámaso en primera línea de guerrillas porque fue un rebelde en muchas cosas, cantaba la caña cuando se terciaba y no aguantó barnices sociales y falsas relaciones públicas, pompas o protocolos. Rechazaba  la liturgia y el postureo.

Corrían los años 50-60. Verano y calor sahariano en Salamanca. La Sindical, entre las carreteras de Fuentesaúco y Zamora, era el lugar de entrenamiento deportivo y taurino de los toreros. Dámaso era el “gallo”. Buen atleta, gran futbolista…y asentado en Salamanca. Allí acudían Andrés Vázquez, Llantada, Almaraz, Giraldés, Miguel Flores, El Candi, Barrero, Camperito, Cuadrado, El Tino, Primi…y otros españoles y americanos como los Girón. Ni había servicios higiénicos.

Paredaño al espacio deportivo, un colegio de frailes con un estanque que los “arajais” utilizaban como piscina…en tiempos que no “existían”. Algunos toreros, después del partido, saltaron a la poza en pelota picada  a darse un baño por iniciativa del caporal Dámaso. Se percata el padre Prior y se va al aljibe con unos cuantos estudiantes de Teología como subalternos. El tal jefe de los frailes tenía un historial, acreditado,  de duro y autoritario y pensó que trataba con colegiales. Se le enfrentó el laico Dámaso que lo trató de déspota, clasista, insolidario y hasta le amenazó con tirarlo al pilón. El fraile llamó a la Policía…pero qué iban a hacer…¡Cosas de Dámaso en tiempos para ir contra la Policía y el Clero!.

Dámaso Gómez toreó 80 novilladas con picadores y 320 corridas de toros. En los años 49 y 50 despuntó en Vistalegre y Las Ventas. Recibió la alternativa de Julio Aparicio el 1953 en Barcelona, testigo Manolo Vázquez, y la confirmó con Rafael Ortega. Su última corrida, del Conde de la Corte, fue en Salamanca el 21 de septiembre de 1981. Alternando con Espartaco y Juan José, salió a matar el cuarto con cinco costillas rotas. En Bilbao toreó 9 corridas, tres de Miura, la última en 1979. De Tulio e Isaías Vázquez alternando con El Puno y Currillo. En el patio de cuadrillas le recordó, un aficionando de pro, una cornada a “destiempo”. “¿Conoces tú a alguien que le venga una cornada a tiempo?”. Así era “El León de Chamberí”.

El último toro que lidió en su vida, para un grupito de amigos, fue en la placita  de tientas  de El Puerto de san Lorenzo, donde se curtió de novillero. El 11 de diciembre de 1993, san Dámaso, Papa. Cumplía 40 años de alternativa. Acudí gustoso a su invitación  compartida con Lorenzo, Juan Luis, Nicolás Fraile, su hijo Juan Luis, novillero, y el matador José Mari “El Salamanca”, banderillero entonces.

Las plazas “de” Dámaso, que algunos llamaron “El Luis Miguel de los pobres”, fueron Barcelona, Madrid y Salamanca. Por mi tierra todavía se recuerda un año que cortó 4 orejas, en Estella,  a una corrida de Tulio e Isaías y el desastre de la única tarde que toreó en Logroño donde fue corneado al sacar del caballo al cuarto. Toros de Francisco Gómez Jiménez. Grandes y con sentido. Dámaso, vuelta. El Puri cortó una oreja y repartió, con Luguillano, pitos, división y algún aviso. Fue en junio del 68.

Dámaso fue buen lidiador. Tentó dos décadas en casa de Victorino y toda una vida en el Puerto de san Lorenzo donde formaba parte de la familia de los Fraile. Muy especial ha sido siempre la relación con Lorenzo y su gente. Sufrió cornadas en Salamanca, Zaragoza, Logroño, Barcelona, Bilbao, Lima…

Mediados los sesenta le recuerdo gran triunfo con un “miura” en Las Ventas y una década después con un “Victorino”, ganadería con la que salió a hombros en Madrid en el 72. Un par de años después, en Las Ventas, cortó oreja a las de Murteira y Miura. Fue buen capotero, le gustaba dar largas y gaoneras de salida,  destacó por naturales con la flámula llevando los toros dominados, banderillero fácil y exponiendo por los adentros, desigual estoqueador y variado en general. A él se le adjudica el desplante de “la bicicleta” con un toro de Miura en Madrid.

En Sevilla toreó 4 corridas, de Guardiola, Prieto de la Cal, Isaías y Tulio…y 1 novillada picada. Una tarde le gritó un nativo: “Le vas a pinchar en los ojos”. El León, con  estocada en lo alto, tiró al toro. Se fue para el “grasioso” y voceando le dijo: “Hijoputa, qué ocasión más buena para haberte callado”. El torero fue multado.

El Bilbao, alternando con Ordóñez le cortó dos orejas a un toro. Al dar la vuelta al ruedo le dijo a Alfonso Navalón: “Hoy puedes hacer la crónica de tu vida. Pero como están vendido a ese…”. Otro escándalo. Era incorregible y así murió.

Resultaba, y él lo buscaba, beligerante, inquieto, deslenguado, insolente, con la verdad por delante…Se hacía el duro pero era muy humanitario. Coincidió en  carteles con Domingo Ortega al que admiraba. Alternó con Luis Miguel, Ordóñez, Rafael Ortega, César y Curro Girón, Aparicio, Litri, Gregorio Sánchez, Camino, Puerta…Andrés Vázquez y El Viti, con quienes fue el triunfador en una corrida de Miura en Quito…Por los años setenta se las vio con las divisas duras y Falcón, Andrés Vázquez, Ruiz Miguel, Limeño, Andrés Hernando…jóvenes para él.

Hace siete años sufrió una trombosis, similar a la de su muerte, pero se repuso. María, compañera y ejemplo de comprensión, cariño y tolerancia, lo sacaba a diario a pasear un par de horas. El COVID 19 tenía torturado al “león” por no poder salir de la jaula. El trauma del encierro forzoso angustiaba su espíritu libre: “Mari, vámonos a la calle y que me lleve la Policía donde quiera”. María lo paraba, templaba y canalizaba  sus querencias como siempre.

No pudo evitar el viaje al cementerio de san Lorenzo donde están sus restos junto a los de su padre, oriundo de Toledo, y su hermano Vicente, piloto de la avioneta de El Cordobés y destacado capitán en Iberia.

Paco Cañamero, que en 2019 escribió de su importancia con justicia taurina, conocimiento y cariño, ha dejado líneas para la Tauromaquia en su “glorieta”: “Una de las injusticias más grandes de la Fiesta es que a este hombre no se le haya dado la categoría que se ganó, con sobrados méritos, de torero valiente y capaz”.  Lucía Fraile Maceín, como de su familia, escribe: “Genio y figura. No estará tranquilo en paz. Podías amarlo, odiarlo o las dos cosas a la vez”. Un obituario, el de Lucía, para enmarcar. Los medios informativos, especialistas taurinos, historiadores…han olvidado al “León de Chamberí”. Un personaje  de los que hacen época…y difícil de repetir. Hablara de toros, de fútbol o de Bolsa bancaria en lo que era un experto.

Pedro Mari Azofra.

Dámaso Gómez en el último homenaje que le hicieron cuando se despidió de sus amigos en Salamanca en que mató un toro. Junto a Dámaso vemos a nuestro compañero Pedro Mari Azofra, amigo personal del diestro de Chamberí.