Mientras la tauromaquia llora, e implora ayudas al gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Mientras nuestros ganaderos envían cada día cientos de reses al cadalso. Mientras el campo bravo se desangra al compás de nuestra querida España, algún sabio, se le ha ocurrido la idea de destinar 547.512,05€ a los ecologistas de WWF para controlar la plaga de conejos que atacan las cosechas, cuando ya se ha trabajado en diferentes provincias con la actividad cinegética, con grandes resultados.

Es sorprendente el desconocimiento general, mayoritariamente, de los animalistas de ciudad sobre los valores positivos de la caza. No sólo de la caza, sino de las actividades ancestrales que se llevan a cabo en el medio rural. Desconocimiento sobre la agricultura, la ganadería, el aprovechamiento forestal y la pequeña explotación de los animales domésticos que aún hoy día son sustento de muchas familias de hogares sencillos y humildes de nuestros pueblos.

Una organización instaurada dentro de un lobby animalista, que su único fin es destruir a la tauromaquia, a la caza, a la pesca, a la equitación… etc.  Donde abogan por que los animales tienen los mismos derechos que las personas. La tauromaquia sigue siendo maltratada y ninguneada, una tradición que le ha dado fama a un país entero, y que ahora sufre el rechazo de los más radicales.

Por lo visto, no se han dado cuenta, todavía, que la tauromaquia, al igual que la caza promueve la ecología, el bienestar animal y son responsables del equilibrio de un ecosistema único en el mundo. Un ecosistema, que tal vez, no tendría sentido sin el rey de la dehesa.

Por Juanje Herrero