Tras presenciar la corrida de ayer en Sevilla muy pronto pudimos comprender los motivos por los que, las figuras huyen despavoridos de los toros de Santiago Domecq, nada que ver con los de Juan Pedro y demás sucedáneos. Este Domecq aludido, al igual que su pariente de Torrestrella, suelen presentar toros con mucha dignidad, incluso con picante, trasmisión y casta; no se comieron a nadie, es cierto, pero el abismo entre estos animales y los próximos que veremos estos días es inmenso.

Es cierto que no salió un toro de indulto, válgame Dios, pero sí animales con la suficiente codicia para que sus lidiadores hubieran dado un paso hacia delante. Como fuere, cualquiera percibía que, los toreros se estaban jugando al vida al enfrentarse a dicho bovinos que dieron un juego muy variado pero, de forma muy concreta, con ese atisbo de casta que tanto molesta a los toreros; y les molesta tanto que, como digo, los que `pueden elegir no los lidian, lo cual viene a demostrar que estamos ante la pescadilla que se muerde la cola; aquellos que podrían triunfar con estos bicornes no los quieren y, a los que se los ofrecen no tienen argumentos para el triunfo.

La de ayer fue una corrida tan insulsa como extraña, lo dijo la pobre entrada que había en la plaza. Todo nos daba entender que, por motivos de despacho había que poner en un cartel a los tres chicos que actuaron para quitárselos de en medio. Y así ocurrió, pese a la oreja que cortó Álvaro Lorenzo en su segundo enemigo. Pese a la voluntad del chico su faena no pasó de voluntariosa y, aunque la estocada cayó baja pero fue efectiva, de ahí llegó ese premio menor que, con toda seguridad no le reportará ni un solo contrato más.

La voluntad de José Garrido fue un hecho incuestionable; es más, hasta se jugó la vida con sus enemigos puesto que le exigieron una barbaridad. Todo quedó en una buena declaración de intenciones pero sin el logro deseado. La casta suele tener esas consecuencias y los toros de Santiago Domecq la tenían.

Nadie entiende que exponga su vida frente al toro Alfonso Cadaval, un hombre con la vida resuelta al margen de los toros puesto que, para su desdicha, Cadaval venía de una sería lesión en el campo que pudo haberle costado un disgusto enorme. Para colmo, al hijo de cómico no le ha llamado Dios por el camino del toreo, las pruebas de ayer fueron concluyentes y me parece una temeridad que Cadaval tiente a la suerte sin la menor necesidad para ello. La gloria del toreo es bella, por eso la añoran todos los toreros pero, muchos son los llamados y pocos los elegidos.

Como decía, era un festejo de trámite al que nadie le podía poner un calificativo apropiado pero que, los aficionados, con su ausencia si se manifestaron puesto que, estamos hablando de la entrada más pobre que habrá en toda la feria, incluso el pasado domingo, los seis pobres desesperados congregaron más gente que estos toreros de ayer que, más o menos, se pasean por algunas ferias, caso de Garrido y Lorenzo pero que, en su honor hay que decir que pusieron ganas, voluntad, derroche de valor pero, al final de la contienda no dijeron nada y ese es el peor defecto de un torero, hacerlo todo y no decir nada.