Tras la celebración de la feria de San Miguel en la capital hispalense ha quedado todo muy claro; digamos que, dicha feria ha dado la medida para lo que quiero contar que, en realidad no es otra cosa que una muestra para que tomen nota los que quieran ser figuras del toreo; ha sucedido en Sevilla y en tres mil plazas más de España. Es un error mayúsculo abogar por el toro auténtico, una calamidad al más alto nivel porque, en realidad, el toro verdadero nos emociona a los aficionados pero, ello, traducido a la realidad, pobre de aquel torero que quiera aspirar al cetro del toreo mediante la grandeza del toro.

Todo es mentira. Insisto, en Sevilla hemos visto la mediocridad del toro que, hasta Domingo Delgado se atrevió a decir que algunos toros eran “anovillados”; yo voy más lejos, todos salieron sin el menor trapío porque en La Maestranza, como dije millones de veces cabe todo. Que en Villacarrillo, por citar un pueblo, salieron toros de plaza de primera de verdad y, para colmo, encastados, con raza y con bravura para que tres tíos con toda la barba triunfaran en dicho festejo, la cosa tiene bemoles.

Lo antes dicho lo hemos podido constatar en los tres festejos de la feria bética que, por cierto, ¿quiénes han toreado esas corridas? Gómez del Pilar, Borja Jiménez, Octavio Chacón, Curro Díaz, El Astigitano, Manolo Escribano, El Cid; nada de eso, han copado los tres festejos las figuras del momento, incluyendo la despedida de El Juli que, por Dios, ya era hora de que se marchara. Lo digo porque, rico y harto de plácemes ya era el momento de que el hombre pudiera descansar y gozar de todo lo que ha ganado, acompañado de la salud que le deseamos, al tiempo que le felicitamos porque su ausencia dará cabida a algunos chicos que están empezando y merecen mejor suerte.

Repetiré hasta la saciedad que, abogar por el toro es un error tremendo. Pobres de aquellos toreros que quieran llegar a la cúspide por el camino de la verdad; es decir, matando toros de ley que pongan el corazón a mil por hora a los propios diestros y, sin duda, a los aficionados. Los diestros nuevos, cada cual, a su manera, aunque tengan que prostituirse en la concepción de lo que ellos entiendan como arte, por encima de todo deben de enfrentarse al medio toro desclasado, sin fuerzas, sin pitones, sin raza alguna porque, como es notorio, ese tipo de toros, dada su borreguez, es el que permite que los toreros triunfen por lo grande, ahí está Sebastián Castella que, hasta salió por la puerta del Príncipe tras la lidia de dos toros sin la menor trasmisión de cara al aficionado y con una oreja de regalo.

Para dar fe de todo lo que digo nada mejor que los hechos que, dicen más que tres millones de palabras. En los últimos XXV años todos los diestros que copan ahora el escalafón en calidad de figuras del toreo, ninguno ha pasado por el trance de abrirse camino mediante la actuación frente a corridas duras; bueno, en realidad ha habido uno, Emilio de Justo que tuvo que estar quince años en la travesía del desierto hasta que llegó a la cumbre en la que, por cierto, todo es un camino de rosas, para él y para todos sus compañeros. Emilio de Justo, tras todo lo vivido, verá en los carteles que ocupa y el tipo de toros que lidia y, se pinchará para comprobar que es él, el afortunado.

Tras lo contado, queda claro que, la verdad camina por un sendero equivocado mientras que, la falacia es lo que vende, lo que proporciona triunfos y dinero, es el caso de El Juli que, tras matar casi dos mil corridas de toros se ha marchado del toreo sin conocer la mayoría de las ganaderías encastadas de España. Toda su carrera se basó en el toro aborregado que, como es costumbre, suele salir a la plaza para deleite del torero que, en consecuencia es la que le ha permitido estar cinco lustros como matador en activo y, como ha sido “lógico”, en calidad de figura del toreo. Y como El Juli, todas las figuras actuales.

Ciertamente, sí supiera cómo se llega a figura del toro lo contaría aquí para que todo el mundo tomara nota pero, sin saberlo, sospecho que son cuestiones empresariales en las que dilucidan quién tiene que ser el afortunado, caso de Tomás Rufo que, tras su alternativa le pusieron el sello de figura del toreo y, como quiera que es buen muletero y muy hábil con la espada, se hará rico en esa profesión a la que tantos quieren llegar. De que hay gato escondido no me cabe la menor duda. ¿Cómo es posible que un chico como El Fandi, quizás el más vulgar de los toreros le pusieran en figura y ahí sigue, más de veinte años después? ¿Y qué me dicen de ese tal Cayetano que da grima verle? Pues está en todas las ferias. Y no hablemos del enterrador que, como los nombrados, suma y sigue en el banquete de los famosos disfrutando de ese manjar llamado toro aborregado y amorfo.

Este año, como todo el mundo sabe, ocurrió un suceso que viene a darme la razón en todo lo que digo si de figuras hablamos. Resulta que, como ocurrió, Fernando Adrián salió por veces por la puerta grande de Madrid en el mes de mayo y, desde ese momento le cerraron todas las puertas hasta que, a final de agosto, Maximino Pérez le puso en Cuenca, triunfó por lo grande junto a las figuras y, casi veinte corridas que ha toreado después, en todas ha salido a hombros junto a las figuras. O sea que, le pusieron en el sendero y, el chaval, muy hábil con la espada ha logrado un record imposible de encontrar, haber salido en hombros en todas sus actuaciones. ¡Y le tenían aparcado!

Está clarísimo que, para ser figura la única condición es que te den oportunidades puesto que, de lo contrario, andas jodido. Es notorio que, para gozo de unos pocos y detrimento de la gran mayoría, cuando sale el toro chico el billete suele ser grande y cuando aparece el toro enrazado y con casta, apenas hay un euro para el que se ha jugado la vida.

Todo lo explicado viene a demostrar que, como dije, apáñenselas como puedan chavales, pero el camino para hacerse rico es meter la cabeza en lo alto del escalafón donde hay comodidad, dinero, toro amanerado, apenas cornadas y, por supuesto gentío que lo aplaude todo. El que tenga que caminar por el sendero de la verdad tendrá el respeto de los aficionados pero, pasará más hambre que el perro de un afilador. ¡Qué triste afirmar tanta verdad como he dicho!  ¿Cierto?

En la imagen Álvaro Alarcón, uno de los nuevos matadores de toros que aspiran al cetro del toreo.