El festejo que hemos visto hoy en Madrid no hubiera acertado en el juego de los toros ni el mismísimo Victoriano del Río, el criador de las reses porque, como ocurrió, resultó ser la corrida irreal. Lo digo porque, el ganadero de Guadalix, tan prolífico en lidiar toros amaestrados, en esta ocasión le salió el tiro por la culata porque, en reglas generales, su encierro decepcionó hasta el mismísimo torilero. Digamos que se corrieron cuatro toros para olvidar y dos para correr, cosa que no hicieron sus lidiadores. Los tres primer bovinos se marcharon al otro mundo sin clase alguna, sin fuerzas apenas y con una mala idea tremenda el tercero de la tarde que, un hombre avezado en materia, Ginés Marín, no pudo dar ni un muletazo estimable ni en su primero ni en el que cerraba plaza. Tampoco anduvieron finos Castella y Ureña puesto que, sus contrincantes, de noble condición, apenas tenían fuerzas y ya se sabe, cuando el toro bravo adolece de fuerzas, todo el esfuerzo que haga el toreo se convierte en agua de borrajas. Como digo, tras la lidia de los tres primeros toros nos veíamos abocados al abismo de la indiferencia por el juego de los toros y por los bostezos de los aficionados que, con resignación aguantaron aquella broma de mal gusto como eran dichos toros. Todos tenían presencia, pitones, trapío pero, en realidad eran sepulcros blanqueados.

Claro que, salió el cuarto y cambió el panorama. Un manso de libro que, picarlo costó Dios y ayuda; en realidad, apenas se le picó porque el toro huía de forma despavorida. Una situación que se nos antojaba muy nula pero que, tras el cambio de tercio sin apenas picar el toro, los que no dábamos un duro por aquel manso horrible, por el contrario, Sebastián Castella nos dio una tremenda lección porque él si había visto las posibilidades del toro. Todo un milagro. Se puso frente al toro que tenía su guasa pero, ya se sabe que, muchos toros con mansedumbre declarada, en la muleta, caso de encontrarse con un auténtico lidiador, la cosa pudo ser de escándalo; en realidad, lo fue. El toro era una máquina encastada embistiendo, con el agravante de que como no había sido picado, aquella parecía un tren de mercancías descarriado pero, amigos, allí estaba Castella para someterlo en la muleta con una faena vibrante, emotiva, auténtica; todo un lujo si de emociones hablamos puesto que, el toreo, además de dibujar pases bellos, tiene la otra moneda que no es otra que poderle a un toro, centrarlo en la muleta y llevar a cabo una faena repleta de técnica pero, de igual medida de angustia de la que cala en los tendidos que, como sabemos es de lo que carecemos a diario. La emoción que toro y toreros trasmitieron a los tendidos, tardará mucho tiempo en que lo olvidemos. El diestro de Beziers tenia las dos orejas en la mano, pero con una fuerza bárbara, nada que ver con los becerrotes que lidió dias pasados en Sevilla en que le sacaron por la puerta del Príncipe, mientras aquello era una broma, en el día de hoy, Castella ha aportado en Madrid más autenticidad que en todas sus puertas grandes anteriores. Para su desdicha, ha pinchado más de la cuenta y todo ha quedado en una clamorosa vuelta al ruedo pero, sin las dos orejas que de pura ley hubiera conseguido.

Como decía, Paco Ureña había quedado inédito en su primero, un animal sin gracia, sin casta, sin muchas fuerzas, razón por la que se defendía a la salida de cada muletazo. Pero salió el quinto, otro manso que tampoco se le pudo picar, pero absolutamente nada. Le pusieron banderillas negras pero, era igual, el toro seguía su rumbo con unas condiciones ingratas para el torero pero, Paco Ureña, que este año ha sido ninguneado y despreciado durante toda la temporada, hasta el punto de que el festejo de hoy era el número diez, con eso está dicho todo. Pero ha cogido la muleta queriendo emular a Castella por aquello de tener un manso idéntico al anterior y, Ureña se ha jugado la vida de una forma apasionada; en su favor hay que decir que este manso ha derrochado malas ideas en todos los muletazos, mérito mayor para el diestro de Lorca que, me atrevería a decir que ha tenido en Madrid su tarde más gallarda. La gente, en el graderío tenía el corazón fuera del pecho, cosa muy lógica cuando en el ruedo está rociado de verdad por parte de un toro difícil, complicado y sin picar con una vibración fuera de la común y un torero dispuesto a jugarse la vida, aquello ha tenido momentos de una intensidad aplastante. Insisto, la faena más vibrante de Paco Ureña en Madrid, y ha hecho muchas. Tras su inenarrable lección de lo que es jugarse la vida sin mácula alguna, ha entrado a matar y se ha llevado un golpe del pitón de toro que le ha dejado casi noqueado. Ha entrado de nuevo como ha podido y ha terminado con el descabello que, en la ejecución del mismo le ha dado dos arreones que podían haberle costado muy caros. Como sería todo que, Madrid, al unísono, le ha tributado una grandísima ovación y, como le sucediera a Castella, ha dado una vuelta al ruedo de las de verdad, de las que los aficionados aplauden al héroe. Ha quedado claro que, en cuatro toros, Madrid ha mostrado su indiferencia, incluso sus protestas porque aquella era infame. Ahora bien, cuando dos toros mansos de libro, en la muleta han pedido las credenciales a los toreros, Madrid ha roto por completo a favor de Castella y Ureña, como no podía ser de otro modo puesto que, ambos, cada cual a tenor de las condiciones del toro que tenía enfrente, han estado sublimes.

Castella, como sabemos, ha vuelto a los ruedos en loor de multitud consiguiendo muchos éxitos, tanto en Madrid por San Isidro como este año en San Miguel pero, repito, mientras lo de Sevilla fue un obsequio que le hicieron a la figura que es Sebastián Castella, en Madrid han roto a favor del héroe que se estaba jugando la vida con una auténtica verdad y, ante un toro encastadísimo que, como dije, apenas se le picó. Por el contrario, Paco Ureña se había jugado la vida en San Isidro y, nadie le ha tenido en cuenta puesto que, se le ha tratado con desprecio y con saña si se me apura. ¿Cómo es posible que, en el año 2019, Ureña fuera ídolo en Madrid, Bilbao y en todas las ferias en que tomó parte y, al año siguiente tras la pandemia, 2021, apenas nadie reparó en él y, el pasado año, si no recuerdo mal toreó poco más de veinte festejos. Claro que, tras lo de hoy en Madrid, ¿qué tiene que hacer un torero para que le dan la cancha que se ha ganado en los ruedos?