Fernando Robleño realizó al toro Navarro-15 de Valdellán, una de las mejores faenas de la temporada 2018 en Las Ventas, en el primer desafío ganadero del mes de septiembre. Una gran faena tanto por la importancia del toro, grande, fuerte, bravo y encastado, como por la calidad y entrega del torero, que dejó con dos series de derechazos y una de naturales, un acabado ejemplo del arte de torear con riesgo y belleza.

Una faena de gran repercusión entre los aficionados, pero de escaso reflejo en los despachos donde se organiza y planifica la temporada en otro ejemplo de la rutina empresarial, de la que sólo parecen salvarse, algunas plazas francesas gestionadas por aficionados. En Céret, Dax o Vic Feçensac, Fernando Robleño acude con frecuencia al reclamo de los aficionados que aprecian su madurez ante corridas difíciles. En Céret mató en solitario una corrida de José Escolar, un homenaje de su afición, aunque sea al tiempo una dura prueba, y es asiduo de sus carteles.

Una carrera que empezó cuando pudo ingresar en la Escuela de Madrid, justo al cumplir los 12 años, que es la edad mínima permitida. En los primeros años 90 compartió las clases con toreros como El Juli, quien fue testigo en su alternativa aunque no ha vuelto a torear con él, o Miguel Abellán. Como becerrista y novillero dejó muestras de un toreo de gusto y valor.

Sin antecedentes taurinos familiares, ha querido ser torero desde su niñez y en ese sueño continúa después de 18 años de alternativa, en una dura carrera en la que el año pasado antes de la faena a Navarro, sólo tenía cinco corridas toreadas. Sólo en una ocasión ha sido apoderado por una casa importante, como son los Choperas, sin que los resultados fueran brillantes, por lo que su carrera ha estado unida a apoderados independientes y, por tanto, de escasa fuerza en los despachos.

Como aficionado es habitual verle en los tendidos de la plaza y conoce bien las valoraciones del público en Las Ventas, que cree muy variables y cambiantes, quizá propiciadas por la rotación del público y la falta de un grupo numeroso de aficionados.

Sus gestos son afables, en un semblante marcado por la dureza, como si su cara de facciones suaves hubiera ido cambiando al compás de su carrera, en la que dice no se ha podido permitir muchos respiros, hasta el punto que, reconoce, lo que le gustaría hacer en el mundo del toro es realizar una temporada completa, estando en las ferias, y como dicen los clásicos, empezando en Valencia y terminando en Zaragoza.
Ese sueño todavía lo tiene pendiente de cumplir, pero sí ha saboreado la gloria en Las Ventas, de donde ha salido tres veces a hombros y donde ha vivido lo que, afirma, es lo máximo para un torero, que es sentir la plaza de Las Ventas rendida a su toreo.
Por Andres de Miguel