El pasado sábado, cuando Roca Rey se enfrentó a los toros de Victorino Martín en Sevilla que, por cierto, estuvo muy bien, en dicha tarde le brindó un toro al que fuera su mentor y descubridor, nada más y nada menos que José Antonio Campuzano. Un brindis lleno de gratitud hacia la persona que le trajo a España, con la que vivió en su propia casa, en definitiva, el hombre que se preocupó de él desde becerrista hasta llegar a matador de toros para convertirse en una primera figura de la torería; más que una primera figura, yo diría que es el primero del escalafón en todos los sentidos.

Claro que, como dijera Quevedo, poderoso caballero es don dinero y, Roca Rey aplicó el cuento con rotundidad. Digo esto porque, aquel brindis nos sonó a cuerno quemado. El diestro sabrá por qué lo hizo, pero, los que lo vimos nadie pudimos entender nada. Seguramente, Roca Rey quería congraciarse con el mundo a tenor de la forma tan macabra que tuvo para abandonar al que, según él y dicho se sus propias palabras, le debía hasta la vida. Mucha amistad, mucho cariño, pero, con el dinero no se juega. ¿De verdad cree alguien que todo pasa por el dinero y que más allá del vil metal no existe vida? El dinero sirve, claro que sí, pero más allá del necesario ¿para qué acumular más?

Roca Rey se hizo rico junto a José Antonio Campuzano, algo que me parece fantástico porque era él, justamente el que se jugaba la vida y, para colmo, hasta llenaba las plazas, razón de muchísimo peso para que recaudara una fortuna cada tarde y, de la noche a la mañana, Campuzano ya no era nadie para Roca Rey. ¿Puede entender alguien semejante dislate? No lo entiende nadie pero, como se demuestra, para mucha gente, eso de la gratitud, el respeto, la admiración hacia la persona que te ha puesto en el lugar que ocupas, todo ello, al final, queda como una necedad porque, por encima de todo está el dinero. O sea que, mucho respeto, admiración y afecto de Roca Rey hacia Campuzano pero, en el brindis le faltó decirle, le quiero mucho, pero me voy con Roberto Domínguez que, al parecer gestiona mejor en los despachos.

Si Roca Rey llena las plazas, siendo, además, un torero que va por libre con un apoderado independiente, al margen de cómo se llame el apoderado, el dinero será siempre el mismo. Otra cosa muy distinta es lo que hace ese pobre hombre llamado Curro Vázquez apoderando a Cayetano que, todavía me pregunto cómo es posible que queden memos que le contraten. Por lo antes explicado, es por ello por lo que, como decía, ese brindis me sonó a cuerno quemado. ¿Qué quiso demostrar Roca Rey? Él lo sabrá, porque los demás no tenemos ni idea. A mí me sonó como a una pantomima irresponsable del torero más reclamado en la actualidad.

Ese mismo día hubo otro brindis muy emotivo, pero de los de verdad. No era otro que, cuando Manolo Escribano le brindó el toro a José Luis Moreno. No pudimos escuchar las palabras, pero sí vimos los gestos y, con eso nos bastó por completo. Seguro que Escribano le dijo a José Luis Moreno, al que vimos llorar emocionado: “Gracias por estos años que hemos estado juntos, no ha servido para nada, pero hemos forjado una buena amistad”. Así está el toreo en que, Moreno apostó por el torero más emotivo de la actualidad y aquella lucha no fructificó en los contratos que Escribano merecía. En la actualidad, el diestro de Gerena es apoderado por Alberto García mientras que, José Luis Moreno ha encontrado un puesto de trabajo junto a Roca Rey en calidad de asesor artístico. Justo sería que, tras la épica feria que ha echado Escribano en Sevilla, con cornada incluida, amén de haber hecho la faena más emotiva de la feria, ya debería tener firmadas cuarenta corridas de toros. Pero la dureza de esta profesión es tan grande que, para algunos toreros no les sirve ni el éxito. Alberto García sabrá lo que tendrá que batallar para que le incluyan a su torero en otros carteles que él no organice.