En el día de ayer, el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid le rindió homenaje al maestro César Palacios en la plaza de toros de Las Ventas, un acto pleno de justicia que viene a demostrar lo que ha supuesto la figura y obra del maestro Palacios en dicha plaza.

César Palacios, conocido mundialmente en el ámbito taurino, nació en los aledaños de Las Ventas y, para su fortuna, allí circunscribió su vida como aficionado que, como es sabido por todos, pese a su condición de artista de la pintura, dibujante sensacional y retratista importantísimo,  en Las Ventas se «doctoró» primero como aposentador y, más tarde, como arenero de lujo, un trabajo que hacía con todo el orgullo del mundo.

Muchos, sabedores de su talento como artista, quedaban atónitos cuando le veían en su condición de arenero de su plaza madrileña, un acto que le honraba y que muchos no lograban entender. Estaba clarísimo. Era la forma perfecta para que el gran César Palacios estuviera muy cerca del mundo que amaba, es decir, junto a los toros y toreros.

Junto a los suyos y en presencia de Miguel Abellán como director del Centro de Asuntos Taurinos de Madrid, se desveló un azulejo que perpetúa al maestro Palacios, un «título» que solo los elegidos por la afición de Madrid pueden esgrimir, es el caso del maestro de la calle Bocángel.

Los que hemos tenido la suerte de tratarle y amarle, nos sentimos tan premiados como él, sencillamente porque se he hecho justicia ante un hombre humilde que, ni su grandeza, ni su cultura, ni su talento y arte, se sobrepusieron a su condición de arenero que, en realidad era lo que tanto amaba.

Felicidades para el maestro, para los suyos y, en nombre de todos los aficionados del mundo, como digo, todos nos sentimos premiados a su lado. Que Dios le siga bendiciendo con el tesoro de la salud.

Pla Ventura.