Al comprobar que Emilio de Justo se anuncia con seis toros en la plaza de toros de Madrid el próximo domingo de Ramos, nos viene a la mente la épica que llevara a cabo el inolvidable Iván Fandiño en una fecha idéntica a la que ha elegido De Justo. Se trata de dos gestos de dos auténticos toreros, uno en el otro mundo y el otro al que le pedimos a Dios que nos lo conserve durante muchos años.
A priori, sobre el papel, ambas gestas tienen mucho en común pero, el trasfondo de cada uno de los festejos nada tiene que ver el de Iván Fandiño con el de Emilio de Justo que, como estrategia ha demostrado un talento fuera de serie. Es cierto que, las circunstancias que ahora rodean a De Justo nada tienen que ver con las abocaron a Fandiño para llevar a cabo aquella su hazaña más memorable aunque el éxito, al final, no le sonriera; pero nadie en el mundo le podrá negar al inolvidable diestro de Orduña que consiguiera poner el no hay billetes en dicha tarde, algo que hacía muchísimos años que no sucedía en Madrid en la citada fecha.
Analicemos la diferencia entre ambos diestros y muy pronto llegaremos a la conclusión de que, como digo, Emilio de Justo, justísimo triunfador ha aceptado dicho reto a sabiendas de que su temporada ya está resulta; es decir, ya tiene el reconocimiento total por parte de todo el mundo y, un fracaso en dicha plaza no mermaría, para nada, el devenir de su temporada. Por el contrario, en aquella ocasión en que Fandiño se quería reivindicar como lo que era, un gran torero, el destino le negó la oportunidad de refrendar lo que todos sabíamos pero que, el mismo taurinismo seguía poniendo en duda, la prueba no era otra que, las figuras de aquel momento, nadie quería compartir cartel con aquel león de garras afiladas. No hubo triunfo y le pararon en seco.
Por otro lado, analizado el caso de este diestro singular e irrepetible, entiendo su postura para llevar a cabo aquella memorable hazaña en la que le salió todo en contra pero, ¿qué hubiera pasado de haber obtenido el triunfo que Fandiño deseaba? Sencillamente, todo el toreo se habría puesto a sus pies mientras que, como no hubo éxito, allí se le derrumbó el castillo de naipes que Iván tenía en su mano. Y no olvidemos jamás que su apuesta en aquellos momentos era la más lícita del mundo puesto que, habiendo sido dos años líder del escalafón y que nadie de las figuras quisiera compartir cartel con él, el dislate no podía ser mayor, de ahí la reivindicación que perseguía Fandiño para que no quedara duda alguna de su valía pero, salieron bastos para su desdicha.
Aunque haya mucha similitud, lo de Emilio de Justo, que se apuntará a toros importantes, eso no me cabe la menor duda, su gesta nada tiene que ver con la del diestro orduñés puesto que De Justo no se juega nada, si acaso, su propio orgullo de hacer algo importantísimo en su carrera, otro gesto más de los muchos que adornan su trayectoria admirable y emblemática. Si dentro de los ruedos el diestro extremeño es admirable, en la calle y en los despachos ha demostrado un talento fuera de lo común; insisto que, sus circunstancias son favorables pero, amigo, el momento elegido es el idóneo para llevar a cabo una gesta de este calibre.