Nosotros, como quiera que escribimos para los aficionados, como única ilusión ésta no es otra que abrirle los ojos a todo aquel que no se haya dado cuenta de la realidad o, en su defecto, que se trague las milongas de los taurinos que, lógicamente, siempre llevan el agua a su molino. Lo que en realidad ocurre en el mundo de los toros es un galimatías muy difícil de resolver, al menos por parte nuestra, porque los que tienen el poder les conviene el barullo y, lo que es mejor, el engaño en toda regla.

Hemos hablado muchas veces del maldito intercambio cromos entre los empresarios respecto a los toreros; yo pongo el tuyo y mañana tú pones el mío, así durante toda la temporada, ¡qué digo, durante toda la vida! Y como quiera que nunca hablamos de suposiciones porque la realidad es la que nos sustenta, en este momento explicaremos –tampoco hace falta ser muy listo para comprenderlo- los motivos por los que, entre otros, Paco Ureña se siente dolido ante su ausencia en Valencia y Castellón, plazas en las que, como en otras muchas, ha triunfado por lo grande el diestro de Lorca.

Claro que, llegado este caso tan sangrante respecto a este chico y las ausencias por las que se  lamenta, lo que queda de puro manifiesto no es otra cosa que, cuando toreó en las grandes ferias con éxitos rotundos, el pobre creía que con ello bastaba y sobraba para ser contratado y, craso error porque, como siempre dije, triunfar es lo menos importante para ser contratado. López Simón tiene cinco puertas grandes en Madrid y no se acuerda de él ni Dios. Extralimitando la nota. Fijémonos que, Paco Ureña ha triunfado en las más importantes ferias de España y Francia y, de repente se encuentra en la calle. Está clarísimo, cuando tenía apoderados que a su vez eran empresarios, entre ellos, se establecía el cambio de cromos y este buen torero toreaba en todas las ferias, por cierto, algo que le costó años en conquistar. Abandonado a su suerte por parte de aquellos empresarios que, a la hora de liquidarle sus honorarios, el chico comprendió que le daban una miseria, no tardó nada en romper aquellas nefastas relaciones.

Y tenía razón el muchacho porque, aquello de triunfar en las grandes ferias y en carteles de lujo, que al final no viera incrementar su cuenta corriente, la desdicha no podía ser mayor. Se rompe y ya está. Es cierto pero, ¿a qué precio y en qué consecuencias? Ahí están las pruebas. Es un gran torero, eso no lo duda nadie pero, Juan Diego, como apoderado suyo, ¿con quién le intercambia para otras ferias? No existe esa posibilidad, por tanto, a la calle, que es donde se encuentra. Y si de méritos artísticos y humanos hablamos, lo de Paco Ureña es de matrícula Cum Laude en todos los órdenes.

Hemos comprobado como los taurinos, en un abrir y cerrar de ojos se cargan a un torero; primero porque no ha querido transigir ante las exigencias de los apoderados-empresarios y, acto seguido por haberle dejado en la calle sin posibilidad alguna. O sea que, mal, todo muy mal. Si vas por la sombra te mueres de frío y si vas por el sol te abrasas, tú elijes.  Y el mismo “cuento” de Paco Ureña se lo podríamos aplicar a muchos, entre ellos, a otro gran luchador empedernido, triunfador en los eventos más importantes que se dan cita cuando aparece el toro y que se llama Manolo Escribano pero, ¿qué fuerza tiene el bueno de José Luis Moreno para incluirle en los carteles? A ambos, torero y apoderado les queda la ilusión de que cambie alguna vez este panorama absurdo y que la verdad prevalezca entre la mentira y el fraude, algo que no llegará jamás.

Por el contrario, hay un torero que está en dichas ferias valencianas que, si de éxitos hablamos, tiene una hoja de servicios menos abultada que Paco Ureña pero, es “material” de intercambio, por eso está en las referidas combinaciones valencianas. Me refiero a Daniel Luque que, como es notorio, le lleva un empresario, le intercambia con otros mercaderes del toreo y aquí paz y allá gloria. Suerte que tengas que el saber poco te vale, no existe otro axioma mejor que pueda definir las miserias del toreo.

Son los males endémicos de la fiesta de los toros los que, hasta el momento –y dudo que se logre alguna vez- los hombres actores en todos los campos del toreo no han sabido solucionar, de ahí todas las desdichas que se encuentran en su camino. ¿Para cuándo una federación de toreros para defender sus propios intereses? De eso ni hablemos porque todos están muy entretenidos esperando que suene la flauta. Y aquí no hay partitura ninguna; si las voces son discordantes, mejor que mejor, entre ellos anda el juego y cuando más división haya entre la torería más beneficiados resultarán los empresarios.

Debido a ese intercambio de cromos que aludimos, en la imagen vemos al gran perjudicado del sistema, Paco Ureña, un hombre que ha forjado su carrera con éxitos rotundos que, a la postre, no valen para nada.