A los toreros, por regla general se les respeta por aquello que tener la profesión más difícil del mundo pero, además del respeto, hay diestros a los que esperamos ilusionados más allá de la propia admiración que podamos sentir hacia todo el hombre que se viste de luces.

Y cuando digo que vuelve el artista, de nuevo, lógicamente, me refiero a Curro Díaz que, como sabemos, mañana comienza su temporada en Herencia, un pueblo de Ciudad Real que, para su fortuna, será admirado por los aficionados de la localidad y, como diría Martín de Blas, por toda la “Monumental de Castilla la Mancha”

Un torero debe sentirse muy feliz cuando se sabe que es esperado; es decir, que existen miles de aficionados todos pendientes del artista, caso de Curro Díaz que siempre resulta reconfortante verle actuar dentro de una plaza de toros. En el diestro de Linares nada es previsible, pero si todos suspiramos para que le embista un toro para que, el toreo que siempre hemos soñado los aficionados lo veamos hecho realidad en las manos y sentidos de este artista singular.

Dependerá todo de la suerte que tenga en el sorteo; es decir, que caigan en sus manos dos toros que quieran ser partícipes de la bella causa creativa de Curro Díaz. Y pongo mucho énfasis en la suerte respecto a los toros porque, como pudimos ver, días pasados en Ubrique, todos esperábamos con inusitado anhelo a Diego Urdiales y, dos animales desagradables nos estropearon la fiesta, tanto a él como a los aficionados.

Confiemos que en esta ocasión Curro Díaz tenga “material” acorde para llevar a cabo sus faenas creativas llenas de encanto y belleza, todo un hito en su carrera puesto que, además de tantos valores como ostenta el artista linarense, en su haber tiene haber matado cualquier tipo de toros que, en muchas ocasiones hasta le han embestido para que su verdad fuera tan rotunda como siempre la hemos contado.

Curro Díaz tiene misterio; es decir, de sus manos y sentidos puede brotar la obra que todos soñamos y, ese valor, con más o menos suerte, no se lo quitará nadie. Como digo, nada es previsible ante su persona porque, de repente, nos puede sorprender con tres muletazos tan bellos que sirven más que las faenas completas de muchos de sus compañeros. Es cierto que, el estereotipo no forma parte de su personalidad, sencillamente porque es un torero distinto por completo sin posibilidad de comparación con nadie. Los habrá mejores, no lo discutiré, pero con su personalidad tan arrebatadora no los tenemos a pares.

Ante este diestro, cualquiera aboga por la calidad; sepamos que, la cantidad siempre estuvo reñida con el arte. Lo bueno breve, dos veces bueno, era la máxima de Pepe Luís Vázquez Garcés cuando alguien le tachaba de indolente. Por dicha razón, esos veinte muletazos que pueden brotar de las manos de Curro Díaz son atributos más que suficientes para que todos nos sintamos ilusionados con su presencia en cualquier ruedo de España.

Como explico, será mañana en Herencia, pero para herencia la que dejará este diestro el día que se retire puesto que, será entonces, desdichadamente, cuando muchos de los que ahora callan lo ponderarán como el rey de los toreros. El silencio con el que ahora muchos tratan a Curro Díaz, el día de mañana será pura cobardía por no haber sabido comprender, en el momento adecuado, la calidad artística de un torero sensacional.

¿Oiga, que no es figura del toreo? Dirían los más recalcitrantes. ¿Y qué me importa a mí que sea figura que en definitiva  no es otra cosa que sinónimo de figurar? Yo no quiero figuraciones, quiero realidades y, Curro Díaz es un bendita realidad en el mundo del arte. Por si alguien lo ha olvidado, pruebas artísticas las tiene por doquier, ahí están las hemerotecas que dicen mucho más que nuestras propias palabras.

En la imagen, la interpretación del bellísimo pase natural en las manos de Curro Díaz, ante un ejemplar de Albaserrada en la plaza de Madrid.