Se cumplen ahora los primeros veinte años de alternativa de un torero legendario que atiende por Fernando Robleño, un torero cabal como pocos al que nadie en el mundo podrá poner la más mínima pega al respecto de su obra artística. Robleño, a diario, sigue emocionándonos con sus actitudes tan bellas y auténticas frente al toro de verdad, todo un estigma de lo que es y representa la verdad más absoluta dentro de un ruedo.

Si hablamos de la causa hermosa por aquello de que un torero se juega la vida, Fernando Robleño es al paradigma de la verdad más absoluta puesto que, pocos como él, en la actualidad, pueden presumir de una hoja de servicios tan limpia e inmaculada. Miura, Escolar, Victorino, Palha, Murteira…..los nombres de algunas ganaderías legendarias las que ha lidiado Fernando Robleño en repetidas ocasiones y, lo que es mejor, con las que ha triunfado, once orejas en Madrid y dos salidas en hombros en Las Ventas son un dato a tener en cuenta, amén de su torería al más alto nivel, siempre, jugándose la vida de verdad.

Es cierto que, el toreo cambió hace ya muchos años y, lo que se dice justicia, ésta se perdió por el camino de los intereses bastardos de muchos taurinos que, como fiesta, solo les interesa el burro desvalido para que unos pocos que se hacen llamar figuras del toreo se pongan hermosos frente a dichos animalitos que, sin fuelle ni fuerzas, logran que disfruten sus lidiadores como si de un tentadero se tratase.

Lo de Fernando Robleño es distinto, nada que ver con la parodia y sus malditos sucedáneos puesto que, el madrileño, desde el primer día en que doctoró, ha hecho gala de su verdad mostrando sus condiciones como lidiador al más alto nivel. Como dato curioso, digamos que le doctoró de forma circunstancial un tal Morante de la Puebla con el que tras veinte años, jamás ha vuelto a coincidir; así, con todas las llamadas figuras de la mentira a los que, a Dios gracias, no conoce para nada.

A Robleño, los empresarios no le han dejado tocar la gloria con sus manos pese a que, como torero, da gloria ver cómo maneja los engaños frente al toro; nada importa cuando el diestro, pese a sus miedos, sus inquietudes y su sentido de la responsabilidad, es capaz de sobresalir ante circunstancias tan adversas. Si se me apura, -sin apurarme- cuando vamos a ver a Fernando Robleño, para fortuna de los aficionados, no cabe duda alguna respecto al toro porque, ante todo, sabemos que se enfrenta a un enemigo verdadero con el que se jugará la vida. ¿Cabe gloria mayor?

Quiero creer que, Fernando Robleño, con el esfuerzo que ha supuesto su carrera, de alguna manera, tendrá su vida encarrilada porque de lo contrario, sería un hecho criminal que, con tanta verdad sobre sus espaldas, con esa responsabilidad de la que hace gala, si con todo lo que ha penado, como digo, no viera la luz en su camino, sería la injusticia más grande cometida en el toreo.

Pese a sus veinte años de alternativa, hablamos de un chaval al que, por lógica, le queda mucho tiempo para estar en los ruedos y, poco a poco, amasar una fortunita ganada con toda ley y, lo que es mejor, para que gracias a él y a otro grupito de compañeros de su talante cautivador, los aficionados sigamos creyendo que, el toreo, el de verdad, sigue siendo posible.

Para su dicha, sus grandes triunfos se han producido siempre en los grandes “templos” del toreo donde se lleva a cabo el espectáculo en toda su integridad, razón por la que, Madrid, sin duda alguna, es su plaza de referencia, al igual que Ceret y muchos lugares donde se lidia el toro en toda su pujanza y mejor esplendor. Una plaza cualquiera, la que fuere, pero en la que se anuncie como feria del Toro, ahí está Robleño como el gladiador auténtico que, muchas veces, muchísimas, ha sorprendido a los aficionados con su toreo de sabor y, lo que es mejor, de saber.