Justamente ahora cuando celebramos los cuarenta y dos años de nuestra Constitución, la que dice que todos  los españoles somos iguales ante la ley, habría que recordarles a nuestros farragosos políticos que de la misma hacen apología de todo lo contrario. Si dicha Carta Magna la queremos extrapolar hacia el mundo de los toros porque, como ha quedado clarísimo, los aficionados a los toros no somos iguales ante la ley. Más bien, lo que dice la Constitución es un puro aforismo que nada tiene que ver con la realidad, sencillamente, porque los que deben de aplicar dicha Constitución para igualar a todos los españoles junto al manto de la misma, lo aficionados a los toros quedan desamparados de la misma.

Si se aplicase esa Carta Magna de igual modo para todos los españoles, lo que se dedican al mundo de los toros, es decir, los que pertenecen al mundo de la cultura en lo que a dicha profesión se refiere, jamás se hubieran quedado desamparados por los altos estamentos de la nación que, por ser taurinos no se les ha atendido en lo más mínimo. ¿Cómo es posible que el gobierno se ocupe de todos los colectivos más estrafalarios y se olvide del mundo de los toros? ¿Quién puede entender que unos profesionales del mundo del toro, ante una situación como la que estamos viviendo no tengan derecho a nada? ¿Entiende alguien que el gobierno de España siga ninguneando a la fiesta de los toros?

La Constitución es perfecta, los imperfectos o descerebrados son los que tienen que aplicarla pero que, en vez de ello, sus normas o dictados se los pasan por el forro de sus cojones sin importarles para nada las fatales consecuencias que ello puede traer. Qué bien suena aquello de que todos los españoles somos iguales ante la ley. Como sentencia, repito, es algo primoroso; como realidad, una pura basura la que discrimina a unos para beneficiar al resto. A las pruebas me remito.

¿En qué apartado de la Constitución dice que los niños no puedan ir a los toros? Pues ahí están nuestros mandatarios haciendo encaje de bolillos para que, de forma sutil, sin que apenas nadie se dé cuenta, para al final prohibir la entrada en los toros de los más pequeños. ¿Permite la Constitución que se cierren plazas de toros o se clausure la fiesta de los toros en algunos de sus capítulos? No existe redacción alguna al respecto pero, como se ha demostrado, lo que diga la Constitución, para los mercachifles que la obvian, es papel mojado.

Insisto que, la Carta Magna, como tal, es un documento inviolable pero que, al paso que vamos, con este maldito gobierno socialcomunista, a dicha Constitución le queda un telediario. Es más, los mismos socios de Pedro Sánchez, los que alardean, como él, la generosidad y altura de miras que han tenido para con este apestoso gobierno por aquello de la aprobación de los presupuestos generales del Estado, son los mismos que han dicho a viva voz, que quieren destruir el estado de derecho, por ende, la Constitución. O sea que, al paso que vamos dudo que en el año próximo haya celebración alguna el día seis de diciembre porque, como se barrunta, en dicha fecha, la Constitución que ahora conocemos será historia del pasado.