Es triste que, un torero como Oliva Soto quede fuera de los carteles de Sevilla, sencillamente porque es un torero sevillano pero, por encima de todo porque ha triunfado en la capital hispalense, justamente la plaza en la que se doctoró y ha encontrado apoyo entre sus aficionados, razón por la que más de una vez ha cosechado éxitos en su plaza maestrante.
Se trata, como todos los aficionados saben, de un torero de corte artista, pinturero, muy agradable de ver en todas sus actuaciones, pero, son ya más de tres lustros como matador de toros y no ha encontrado el eco que deseaba; y mira que lo ha intentado de todas las maneras. Es cierto que, Oliva Soto es uno más de los muchos que aspiran al estrellato; digamos que, su defensa es la más lícita del mundo por nuestra parte, como podríamos hacer -que de hecho hacemos- con otros muchos diestros.
No se ha prodigado mucho Oliva Soto a excepción de las plazas sureñas, pero, pese a ello, gracias a la televisión le hemos presenciado algunas de sus actuaciones y, como decía, siempre es un deleite admirar su gracia particular, su “ángel” en el más bello sentido de la palabra y, sus triunfos, que los ha tenido en gran medida en casi todas sus actuaciones apenas ha tenido eco alguno.
Duele, como el lógico, que, a este diestro veterano, curtido en mil batallas, la empresa de Sevilla le ofreciera un toro en un festejo para seis diestros, un bagaje lamentable para alguien que, por méritos propios merece un puesto digno en Sevilla. Oliva Soto ha declinado la oferta, sabedor de que su valía demostrada tiene méritos más que suficientes para ser incluido en el abono maestrante.
Pese a todo, el diestro camero, como otros muchos, sigue impertérrito en lo que a sus ilusiones se refiere, un valor digno de admirar y de alabar porque, saber que la guerra está perdida, intentar ganar otras batallas y no desfallecer ante el “enemigo” que, como se desprende no es propiamente el toro, más bien los empresarios que no la dan apenas oportunidad alguna; digamos que, Oliva Soto, como muchísimos, todos viven aferrados a que un día se produzca el milagro, cosa que ocurre cada mil años.
Por toreros como este muchacho que comento son los que merece la pena todo esfuerzo por nuestra parte porque, con toda seguridad, ellos nos son conscientes de la grandeza con la que adornan la fiesta más bella del mundo: Los Toros.