Decía aquel genio de la literatura estadounidense que, estar en Pamplona, en su feria y ocupar una barrera de sombra en su plaza de toros era como estar más cerca de Dios. Y seguramente no le faltaba razón puesto que, por aquellos años cincuenta, Hemingway quedó cautivado por nuestra fiesta y, lo que es mejor, se lo contó al mundo. Lo dicho viene a demostrar al arraigo inmenso que dicha fiesta tiene para cualquier ciudadano del mundo puesto que, si de FIESTA hablamos, nadie supera a Pamplona en este aspecto.
Un año más ha concluido su feria sin cambio alguno; digamos que, dentro del ruedo se ha cumplido el guión establecido con una nitidez desmedida; se han jugado la vida los pobres y han triunfado por lo grande los ricos, lo previsto puesto que, no hace falta ser muy listo para comprender qué clase de toros han lidiado unos y otros. Yo no iría a esta feria ni borracho, con todos los respetos para los borrachos que allí acuden. Es triste que en Pamplona, dentro de su ruedo, todo funcione manga por hombro; nunca sabes si lo que has visto es verdad o es mentira porque, muchas veces, nadie lo certifica y, lo que es peor, cuando lo certifican tienes la impresión de que has equivocado de lugar.
Tras acudir a dicha feria, si de toreros hablamos, todo queda como estaba. Es decir, no importa el triunfo para nadie; las figuras, tras sus éxitos, siguen en el mismo pedestal que ocupan y, los pobres, en caso de triunfar, ni se les reconocen ni les aporta un solo contrato más. Digamos que, estamos ante el vacío de la nada pero, pese a todo, no podemos contradecir a Hemingway por todo lo que decía que, como americano, quedó impresionado por una fiesta multicolor que, para su suerte, varios toreros de España le enseñaron sus valores, entre ellos, Antonio Ordóñez que, como el mundo sabe, fue muy amigo del literato americano.
Por el contrario, Pamplona tiene cosas hermosas, las más bellas del mundo gracias a la fiesta de los toros. Como sabemos, el coso pamplonica el propiedad de la Casa de Misericordia, la institución de caridad más importante de España y, gracias a la feria se nutre dicha Casa misericordiosa para poder seguir haciendo la labor más bella del universo, atender a los pobres y desvalidos, una tarea que data de más de trescientos años. Aquí, fuera del ruedo, como se comprueba, existe un trasfondo bellísimo que ya lo quisiéramos en cualquier ciudad de España. Los aficionados que acuden a la feria, los toros, como tales, les importa un rábano pero, amigo, el dinero que dejan en taquilla, consciente o inconscientemente, es el gran valor que aportan a su entidad caritativa, algo digno de elogio.
Lo de Pamplona es como lo de Azpeitia pero, en el caso de los navarros, todo a lo grande. No existe ánimo de lucro y, la comisión taurina de dicho ente antes nombrado, paga a todo el que colabora con la organización de la feria y, para colmo, toreros y ganaderos son recompensados como en ninguna plaza del orbe taurino. Como decía, los triunfos de los toreros en el ruedo navarro son de pura broma; cachondeo al más alto nivel pero, amigo, todos los toreros quieren torear en Pamplona, especialmente los pobres porque gracias a la generosidad de la Casa de Misericordia, los toreros más humildes, con su actuación en la capital navarra arreglan todo el año puesto que, el sueldo más humilde es de cuarenta mil euros por tarde; a partir de ahí hacia arriba, llevándose, como es notorio, la gran tajada las figuras puesto que, más de veintidós mil personas todas las tardes de feria, eso da para mucho.
No seré yo el que ensalce a Pamplona por los éxitos que se puedan conseguir en su ruedo que, como es notorio, todo se desarrolla, como decía, según el guión establecido que, nadie sabe si es bueno o malo, pero lo que sí es relevante, de una importancia vital es el trasfondo de lo que queda tras la feria. Las figuras se marchan con las arcas llenas, los humildes saben que ya tienen el año salvado a nivel económico y, lo que es grandioso, que dicha feria aporta miles y miles de euros para la gran causa navarra, su Casa de la Misericordia, el ente caritativo más emblemático y antiguo de España.