Gracias por todo lo que me ofreciste, me enseñaste y me hiciste sentir y vivir, te perdono todos los caminos malos que me ofreció tu senda de la vida porque aunque en ellos pensaba que me lo iba a pasar bien en realidad disfruté de su engatusada entrada, pero en el desarrollo del camino me tocó sufrir, no importa, cuando salí de ellos; no sé si salí más fortalecido, lo que sí sé es que salí con más sabiduría.

Me ofreciste muchas rutas inciertas con diferentes señales en esos caminos, a veces escogía al azar, otras me iba a la más cómoda que no siempre fue la mejor, ahora pienso y sé que aunque a veces me quejé de ti, e incluso alguna vez te he maldecido en el fondo hasta ahora has sido generoso conmigo.

Reconozco que a veces fuiste hasta casi cruel pero luego me aliviabas y me dabas pequeñas grandes compensaciones que me ayudaban a motivarme, a recuperar fuerzas y a continuar vida y camino.

Ahora a estas alturas de mi vida ya puedo hacer balance de lo que me ofreció tu larga ruta, aunque espero que todavía me ofrezcas un tramo más que espero que sea largo si es para bien, y si me viene en algún momento con espinas dame la fuerza suficiente para lidiarlo con decoro.

Si tuviera que poner una calificación a todo lo que me has hecho vivir, enseñado, ofrecido, todos los momentos buenos, todos los malos, todo lo que empiezo a explorar y a saborear, te pondría un notable, siento que debo de tener un Ángel que me ayuda y me facilita tu incierta pero interesante ruta.

Creí de muy niño que tú eras el paraíso y pronto descubrí que en tu largo y corto trayecto a la vez, no era así.

No sé cómo planificas la ruta de cada vida, me di cuenta de que no eres perfecto, pero me gustan algunas de tus imperfecciones eso es lo que te hace ser tan interesante y mágico en el trayecto que nos brindas a cada uno. Siento pequeños infiernos y también ciertos cielos, en eso que llamamos vida tú eres quien repartes tortazos y caricias.

Me gustaría saber tantas cosas sobre tu forma de hacer, pero entonces yo sería parte de ti y entonces me perdería todas las experiencias que ofreces, porque tú lo has vivido todo, nos ves nacer y morir y tú sigues ahí dirigiendo el mundo, en ti todos creen cada uno a su manera unos creen que eres Dios y te rezan, otros no creen en nada o tienen creencias personales y otros te llamamos destino.

Yo también te rezo y te llamo Dios y creo en un poder universal que domina lo bueno y lo malo y que trata de hacer todo con justicia aunque a veces sea injusto y creo en locuras benditas y en benditas locuras que aunque parezca lo mismo no lo es y en las conversaciones con Dios a través de aquel libro que tanto me hizo sentir y sobre todo creo en ti, «destino» porque sé que existes, hoy quería escribir sobre lo que me has ofrecido a mí y he acabado escribiendo de ti.

Gracias destino por todo lo bueno y lo menos bueno que me ofreciste y me ofreces, espero seguir mucho tiempo en tu camino y saber elegir la ruta conveniente.

En agradecimiento a mi destino por todo lo que me enseñó y me enseña.

Destino = Vida.

Julián Maestro, torero