¿Por qué te derrumbaron si quizá te pudieron reconstruir?
Ahora eres un solar diáfano, una explanada vacía.
En ti nacieron las ilusiones de muchos chavales que soñaban con la gloria, en una de tus galerías interiores acogías a muchos de ellos y los dabas calor, cobijo y cama, a muchos les diste el cariño que no tenían ante la ausencia de su familia lejana.
En tu arena se ensayaban grandes faenas imaginarias al aire que después se intentaban hacer realidad los días que se toreaban becerras.
En tu tristemente desaparecido ruedo, nacieron muchos proyectos, se hicieron buenos amigos algunos que perduran en el tiempo y otros que se evaporaron, a ti acudíamos cada día llenos de ilusión, no nos importaba el frío del invierno ni el fuerte calor del verano, todo aquello se olvidaba mientras toreábamos de salón y soñábamos con ser grandes toreros.
Cuando te conocí, cuando muchos te conocieron estabas en un estado muy deteriorado, se te reconstruyó, se te pintó, te pusieron burladeros en buen estado, te pusieron guapa, un palacio llamado de cristal era tu vecino.
Igual que estuviste activa durante muchos años y fuiste el centro de enseñanza de tantas y tantas generaciones, no comprendo porque te dejaron morir, porque te declararon no apta para seguir siendo utilizada.
¿Acaso no existen plazas centenarias que se cuidan y se mantienen en el tiempo?
Tú eras una joya, en ti nacieron muchas ilusiones, tú eras la Escuela Nacional de Tauromaquia, la única que existía en toda España en aquella época e inspiradas en ti nacieron después todas las escuelas taurinas del resto de España, después de tirar tus cimientos, paredes y demás, trasladaron tu espíritu al batán pero para mí y para muchos tu esencia se había perdido, ya no eras la escuela nacional de tauromaquia, te cambiaron el nombre te llamaban Escuela taurina Marcial Lalanda en honor al maestro madrileño del mismo nombre, hombre que fue figura del toreo pero que nunca tuvo ningún vínculo contigo, al final acertaron con el nombre y la pusieron José Cubero «Yiyo» en honor al primer matador de toros que habías dado tú, aquella primera Escuela Nacional de tauromaquia, en cierto modo tu espíritu sigue en el nombre de aquella figura del toreo que salió de tu ya desaparecido ruedo.
Siempre tendré la nostalgia de que te dejarán morir, tu no merecías ese final como tampoco lo merecía la figura del toreo que ahora lleva tu nombre, pero siempre seréis recordados quienes tuvimos la fortuna de conoceros.
Y para terminar solo decir que quizá te tiraron para edificar sobre tu solar y sacar algún provecho económico, quién sabe, en algunos políticos prevalece lo material a lo espiritual.
Alguna vez he pasado en donde estabas edificada, ahora eres solo arena y asfalto, pero en ti sigo viendo aquel ruedo donde todo empezó.
En recuerdo a la plaza de toros de El Lago, recinto ferial de la casa de campo de Madrid.
Julián Maestro, torero