Desde que recuerdo mi niñez, recuerdo que escuchaba el paso doble en la plaza de armas en los días de la fiesta, que jugaba con mis primos, vecinos y amiguitos al toro y, al torero, lo recuerdo con satisfacción, porque era libre, libre del prejuicio, de gustar de la fiesta brava, de ser niña y no niño, de ser serrana, andina, valiente, chola pues… Iba con mis padres, mi madre encaminaba, también iba con mis abuelos, mi abuela no podría faltar, mis tías y tíos, siempre veía que iban las mujeres y varones del campo, muchos con sus hijos, con sus hijas, quizá alguno no las llevaba por ser mujeres…

Niña yo, observaba como iban las familias sin distinción, como se reencontraban, como se reunían, mujeres y varones, todas bonitas, todas hermosas, con maquillaje de catálogo unas, otras en cambio las maquillaba su sola sonrisa, sus cachetitos moraditos, rosaditos y rojos, que había provocado la helada en las alturas, o que el bendito sol había hecho de la suya en ellas, vestidas divinas todas sin igual, unas en “fondo pollerón”, otras en pantalón, unas en blusas importadas, otras elegían la fiesta de importante y tras vender sus papas en el mercado se la habían comprado por la fiesta, unas con sombrero palma, otras con uno de copa pequeña, unas con un sombrero ¡! que cubría todo, unas muy conocedoras que hablaban de toros, de encastes, de toreros, de figuras, de apoderados, de ganaderías, de otras fiestas del país y del extranjero, otras muy modestas como las mujeres de mi casa, hablaban de la plaza del pueblo, como un lugar único, encantador, mágico, e inigualable; porque simple y sencillamente sólo iban a ese festejo y a otros más cercanos a Chota; por ende, por el Vizcaíno, Chota era la niña de sus ojos, y era obligación estar en su feria, acompañando y participando junto a los visitantes, a los toreros, a los ganaderos… También veía como las mujeres solteras acudían a las tardes de sangre, sol y arena, como nombraba don Mestanza Villacorta, candorosas, niñas, señoritas, adultas y ancianas, que no se perdían ninguna tarde, en primera, en segunda o en última fila, con sus hijas e hijos, sin ellos…

Adolescente, mis amigas y yo nos ilusionábamos viendo las tardes, viendo los toreros, viendo el arte, seguía yendo en familia, pero ya miraba con otros ojos las tardes, más sensible, más humana, más crítica, seguro habrá habido muchas más al igual que yo, me preguntaba el porqué de la fiesta; y, el Vizcaíno una y otra vez me lo respondía, su gente, sus mujeres y varones, toda su tradición y costumbre enlazada, en la búsqueda de mis sueños, salí de mi suelo, dejé esas mis costumbres, que felizmente por diversos medios no se alejaban del todo de mi, que felizmente retomé estando en mis últimos ciclos universitarios, me tomé el atrevimiento, a mis 20 años tomé la decisión de ir sola a una plaza de toros, a una que era mi sueño, a Acho, soy mujer lo sé, pero eso no me limita, eso a mi me anima, y así fui tarde tras tarde, a pesar de mil y un pendientes de la universidad, lo podía todo, no por ser mujer, sino por ser persona, me pagué las entradas porque una mujer de mi vida me enseñó que una mujer se vale así misma, ahorré sol por sol, seguro hay muchas que hacen esto en su día a día, pero hay que citarlo, a veces se nos olvida lo grandiosas que somos, no por ser mujeres, sino porque somos un ser más.

Ya a mis 21 años me dediqué a recorrer varias plazas sola, de lugar en lugar, para lamentar, es el hecho que por ser mujeres tenemos aún que correr más riesgo, cuando hacemos viajes solas, cuando llegamos solas a una plaza, pero en fin, lo podemos, cualquiera lo puede no solo las mujeres, y varios me habrán juzgado, varios me seguirán juzgando, por ir sola a una plaza, por pagar los boletos de mi familia, por defender mi pasión a la fiesta, por aportar o desatinar en mis comentarios, pero no es el hecho de ser mujer, es el hecho de ser una ser más en la tierra, varios juzgarán cuando una mujer bebe en una plaza o al acabar el festejo, porque no es de damas, no es de señoritas y demás comentarios medievales, no hablo del libertinaje, no simpatizo con eso, pero no se juzga, se critican las actitudes, se valoran las capacidades, las habilidades, de varones y mujeres. Para concluir una mujer taurina es aguerrida, es sensible, es multicolor, de diferentes estratos, diferentes creencias, una mujer taurina es común con otra en su pasión por los toros, por la fiesta y todos los involucrados, lo hace de diversas maneras, siendo torera, delante de una ganadería, al frente de una empresa taurina, sabiendo poco o mucho, pero aportando para bien, también para mal, como todo ser se equivoca, siendo madre, siendo hija, abuela, nieta, aficionada de uno u otro modo. ¡Feliz 365 días mujer! ¡Feliz 365 días varón!

 

Por Jenny Maricely Herrera