No me mueve ningún ánimo más que el de ser capaz de juntar unas letras para honrar de la memoria de un Héroe, que con su sangre incrementó la grandeza de la Fiesta, mas me resulta imposible hilvanar más de cuatro rallas, con el corazón roto y el alma desgarrada.

La inmensidad del toreo, lo que la convierte en Reina de las artes es su autenticidad, el valor que supone morir. Entregar la vida por un sueño. Acariciar la gloria con las yemas de los dedos, como la suave seda de capotes y muletas, de ternos y alamares, burlando la muerte. Sin embargo, hay ocasiones en las que la muerte burla a la gloria. Sin muerte no hay gloria, y sin gloria no hay muerte.

Iván Fandiño rindió a sus pies el orbe taurino, poniendo su pica en Madrid, y no en Flandes, como mandaría el dicho popular. Iván Fandiño ha muerte hoy de la forma que más honra a un torero, poniendo su sangre al servicio del recuerdo y de la eternidad. Su muerte ha contribuido a que todos nos sintamos más orgullosos de esta bendita afición, pasional y devocional, con rasgos de locura.

Descansa en paz, Torero, que nosotros siempre recordaremos que esta tarde ha muerto un Torero.

texto: toros de lidia

Fotografía: J. J. Diago