En la primera corrida de la feria de Latacunga, Ecuador, un festejo triunfal donde los haya puesto que, Morante, Roca Rey y José Andrés Marcillo que de doctoraba salieron por la puerta grande. Pensar que un desconocido como Marcillo indultaba un toro y salía en olor de multitud de la plaza junto a las dos primeras figuras del toreo del mundo, esa emoción que el chico debió sentir sería inenarrable. Es cierto que, los toros de José Luís Cobro, Triana y Huagragasí, sus ganaderías con sangre pura de Domecq, lógicamente propiciaron el triunfo de los tres toreros, algo que celebraron con algarabía los aficionados latacunguenses.

José Andrés Marcillo, para su desgracia, se ha curtido en Ecuador como torero y, sin haberle visto nunca, no debe ser un mal torero cuando de novillero ha indultado varios novillos, al igual que le sucediera en la tarde de su doctorado pero, ¿ahora qué? Y digo desgracia puesto que, pese a que el muchacho barrunto que está apoyado por el ganadero José Luís Cobo, su futuro se presenta muy negro.

Marcillo, en su país, es una víctima más de los políticos mal nacidos que, con su único fin de destruir, han cerrado muchas plazas de toros, entre ellas, la más emblemática del país que como todo el mundo sabe era la de Iñaquito en la capital de Ecuador. Por si faltaba algo, el único reducto que quedaba en la capital, Quito, era la plaza Belmonte que, por designio de su apestoso alcalde la cerró el año pasado.  ¿Qué queda entonces, taurinamente dicho en Ecuador? Ambato, Riobamba y Latacunga que, como digo está celebrando en estos días su gran feria.

O sea que, muy poco bagaje como para que José Andrés Marcillo pueda resolver su vida mediante su maravillosa profesión. Lo triste de la cuestión es que, el chaval, si es consciente del  mundo que le rodea, sospechará que ese cartel con el que tomó la alternativa no se le repetirá jamás y que todo habrá quedado en un dulce sueño del que despertó al acabar la corrida con el indulto del toro de Triana, propiedad de su valedor, el señor José Luís Cobo que, como ganadero, seguro que lo está pasando muy mal porque, Quito, sin duda alguna, era la feria de América por excelencia, que se lo digan a Guillermo Albán que, el hombre, aferrado a la feria quiteña vivió como un señor gracias a la misma.

Me pongo en el lugar de Marcillo y me entra una depresión inmensa al pensar que, todas sus ilusiones se desvanecerán como un terroncito de azúcar. José Andrés Marcillo nació en Ecuador y, en dicho país se ha forjado como torero, con lo que ha tenido, claro, pero habiendo indultado varios novillos, un signo que dice mucho a su favor. Pero el hombre llega al doctorado en el peor momento de su vida en lo que al mundo de los toros se refiere en Ecuador. Sin plazas, sin avales, sin nada de nada, ¿de qué va a vivir este muchacho? ¿De Latacunga y Riobamba al año que viene? Bagaje muy pobre al respecto de las plazas que se siguen dando toros puesto que, el hecho de que sobreviva será todo un milagro.

La pregunta es obligada, ¿cómo se sentirá un político aberrante y nefasto, caso de Rafael Correa, cuando prohibió los toros en Quito y, ahora, acto seguido, en la placita Belmonte que quedaba como un reducto para respirar un poquito de oxígeno taurino? Ecuador, como en España, Venezuela, México y todos los países donde se celebran corridas de toros, siempre aparece por allí el hijo de madre alegre indeseable para quitarles el pan a miles de personas.

Yo le diría a José Andrés Marcillo que probara suerte en España pero, me callo. Y lo hago porque igual que los criminales de Cataluña dejaron sin pan a Serafín Marín, dentro de cinco minutos, pobres toreros de España, lo digo porque tampoco podrán desarrollar su arte puesto que, de formarse el gobierno que está en ciernes, que no les pase nada a los toreros y, nosotros, los aficionados, ya podemos despedirnos de esta fiesta maravillosa puesto que, esa izquierda radical, criminal y subversiva, no tardarán muchos meses en promulgar una puta ley para que los toros dejen de existir.

Todavía no ha empezado a funcionar ese maldito gobierno y, como han dicho, ya están barruntando para esa ley en la que quieren proteger de una vez por todas a los animales; eso sí, a los seres humanos que les parta un rayo y si hay cuatro millones de pobres en España, que no hubieran nacido, es el sentir de toda esa gentuza que quiere acabar con todo.

Por cierto, hablando de políticos nefastos, ahí tenemos en caso del apestoso alcalde de Manacor que ha injuriado al manacorí más célebre de todos los tiempos, es decir, Rafael Nadal, el hombre que creó una Academia de Tenis en su pueblo y, el apestoso del alcalde le ha criticado diciendo que no pagaba sus impuestos, todo eso, mientras dicha Academia da trabajo por obra y gracia de Nadal, a trescientos manacoríes. En política cabe todo, hasta que un tipo apestoso como dicho alcalde se dedique a criticar a un hombre honrado que, a su vez, es el deportista español más célebre de todos los tiempos. Para ser como Rafael Nadal, hay que ser un elegido de Dios, pero para ser político, cualquier burro es capaz de ocupar un cargo, a las pruebas me remito.

Lo siento por José Andrés Marcillo que, en realidad, como se supone, me hubiera fascinado poder decirle que en España podría refugiarse para desarrollar su profesión, con más o menos nivel, eso hubiera dependido de él. Pero conforme están las cosas, si hay que pasar hambre, es preferible que la pase junto a los suyos que, en el calor de la familia las penas son más llevaderas.

En la imagen, el matador, José Andrés Marcillo.