Hay toreros que, -en este caso una torera- por su mala suerte merecen mejor reconocimiento a sus carreras, caso de Hilda Tenorio, un modelo de ser humano capaz de superar la adversidad con una fuerza inusitada. Hablar de Hilda Tenorio son palabras mayores puesto que, su pasión por los toros alcanza una fuerza tan arrebatadora que, ni las lesiones durísimas que ha sufrido ni el propio olvido por parte de las empresas hacia su figura, han mitigado, para nada, su vocación sin límites por aquello de ser torera.

Yo analizo el caso de Hilda Tenorio y me llena de admiración esta muchachita hermosa que, pudiendo vivir como una reina gracias a su cultura, a su carrera como Licenciada en Derecho, como lo hacen miles de personas, ella sigue empecinada en jugarse la vida frente a los toros, un valor que le hace diferente al resto de los mortales. Si la mujer, como tal, tiene un papel dificilísimo en la tauromaquia, el de Hilda Tenorio raya en lo increíble. Ella ha superado lesiones complicadísimas que, posiblemente, un hombre quizás hubiera desistido en el empeño. Pero, repito, su fuerza interior es tan grande que, como nos ha demostrado, Hilda es capaz de superar todas las barreras habidas y por haber.

A primeros de mayo, una vez más, un toro estuvo a punto de quitarle la vida en la plaza de toros de Puebla; salvó su vida, es cierto, pero se llevó una cornada gravísima que le destrozó la boca, algo como para poner en tela de juicio la carrera de Hilda, no por ella, pero sí por las fatales circunstancias que le han rodeado casi siempre. Claro que, Hilda Tenorio, en vez de desfallecer, los percances y cornadas le han fortalecido mucho más, un valor en alza el que vive dentro de su ser.

Hilda Tenorio es todo un icono en La México, la plaza de sus grandes triunfos puesto que, siendo novillera, en la Monumental de Insurgentes cautivó a los aficionados en repetidas ocasiones y, el romance, a Dios gracias, sigue vivo como el primer día entre la torera y los aficionados. Allí, en dicha plaza se doctoró hace ahora nueve años puesto que, Manolo Mejía le cedía la borla como doctora en tauromaquia logrando un éxito importante.

Fijémonos que, esta señorita menuda y frágil, como torera tiene una fuerza exagerada; es capaz de torear lindamente con el capote, arrebata con las banderillas, encandila a los aficionados con la muleta y, si se me apura, su punto débil es la espada, cosa lógica puesto que, la fuerza de una mujer nada tiene que ver con la de un hombre, y mucho más a la hora de matar un toro bravo que, en honor a la verdad, la fuerza tiene mucho que ver en dicho envite.

Hilda es una mujer de grandes retos, entre ellos ha sido capaz de enfrentarse a seis toros en solitario, algo que jamás en la vida había logrado una señorita torera; incluso, en aquella ocasión, hasta se atrevió a picar uno de sus toros para que su lidia fuera completa al más alto rango que un torero pueda soñar. Como digo, un modelo de ser humano para enmarcar que, para dicha de nosotros, los aficionados, podemos gozarle en plenitud puesto que, gracias a la televisión hemos sabido de su grandeza como artista de la tauromaquia.

Como sabemos, el papel de la mujer en la tauromaquia sigue siendo complicado, no por ellas, pero sí por el entorno que les rodea que, teniéndolo casi todo en contra son capaces de superar la adversidad siendo, Hilda Tenorio el bello referente de todo lo que digo. Palabras de ánimo las mías para Hilda Tenorio que, con una fuerza desmesurada que vive en su interior, nos sigue dando lecciones a los hombres, en este caso, a muchos de sus compañeros toreros que, en honor a la verdad, para sus compatriotas es todo un ícono representativo en la profesión.

Quiera Dios que, en esta ocasión, una vez más, muy pronto pueda restablecerse de ese percance horrible que, en la actualidad, hasta le impide comer. Y enfatizo cuando digo una vez más puesto que, las lesiones que ha sufrido Hilda Tenorio han sido siempre muy severas, posiblemente, como si el destino quisiera ponerla a prueba en cada instante de su vida. Su futuro será el que Dios tenga previsto, pero lo que nadie le arrebatará, como algunas veces dije, es su fuerza interior, la que le mantiene viva y, lo que es mejor, deseando de volver pronto a los ruedos.

Ovación de gala para Hilda Tenorio que, para mayor desdicha, además de luchar contra el infortunio que los toros le han provocado, su nuevo enemigo son las malditas redes sociales donde miles de cobardes apestosos y repugnantes, se amparan en el maligno anonimato de dicho medio para lanzarle improperios a dicha mujer cuando, por su actitud como persona y como matadora de toros, lo único que merece es el más desmesurado respeto. Hijos de la gran chingada, como dirían por México, los hay en todas las partes del mundo, por tanto, ni caso Hilda Tenorio y, por favor, recuerda algo, no ofende quien quiere, sino quien puede y esa pandilla de mal nacidos no podrán nunca con tu lindo ser, como persona y como artista de la torería.