La ilusión, como no puede ser de otro modo, nos llevará hasta Cáceres el próximo domingo, dos de junio en que, por arte de magia, en este caso, por la gracia de ese soñador y bohemio empresario taurino llamado Alberto García, el hombre, con la ilusión que le desborda ha confeccionado un cartel rotundamente maravilloso. Nada más y nada menos que ha reunido, en un mano a mano sensacional y apasionante a dos toreros extremos que, ambos, ostentan el sello, la vitola de ser toreros artistas, algo que en los tiempos que corremos es poco más que un milagro.

Ellos son Juan Mora, el eterno torero de Plasencia que se radicó en Madrid para, desde el epicentro del taurinismo auténtico, expandirse hacia todas las plazas del mundo, algo que ha ocurrido desde hace ya muchísimos años. Y que Cáceres contemple la resurrección de Emilio de Justo como ayer pudimos gozar en Madrid y será un gozo para los aficionados extremeños que, amén de que se den toros en dicha plaza por la gestión de Alberto García, la misma podrá cantarle al mundo los grandes toreros que tiene.

Ilusión, esa es la palabra que entre los aficionados casi que la hemos perdido para siempre. ¿Qué torero ilusiona ahora mismo? Alguien podría responder que sería Morante y quizás no le falte razón pero, eso de verle siempre con el burro fofo y adormilado no ilusiona ni a Dios.

Por todo ello, Alberto García, sabedor de cómo está el toreo ahora mismo, se ha sacado un as de la manga para que los aficionados sintamos el desmesurado deseo por acudir a Cáceres, al precio que sea y como fuere porque en dicha plaza nos espera el arte. Es cierto que, hablar de arte es muy peligroso; es como un delito que tenemos que purgar. Ahí está Curro Díaz, un artista consumado y apenas reconocido en el ámbito empresarial porque éstos apuestan por el maldito encaste Domecq y las figuritas de turno.

Si ver a Emilio de Justo, un torero cabal, auténtico y revelador es siempre una bocanada de aire limpio, pensar que en ese mismo cartel podremos admirar una vez más el Juan Mora eterno; sí, el que paró los relojes para que su toreo fuera como en realidad es, eterno. Eso es un lujo al alcance de pocos. Juan Mora tiene muchos títulos en su haber, todos ellos logrados con su arte, con su torería, con el romanticismo que corre por sus venas, pero su mayor honra sigue viviendo en la memoria de todos los aficionados cuando en aquella memorable tarde otoñal del 2010, el artista de Plasencia, con quince muletazos le cortó las dos orejas a un toro en Las Ventas. Vamos, igualito que El Juli que les pega tropecientos mil para que digan que es un tipo afanoso.

Eso sí, Simón Casas sigue presumiendo de productor, innovador, creador y tres mil epítetos más que él mismo se atribuye pero, no ha sido capaz en sus tres años de gestión al frente de la plaza de Madrid de contratar a Juan Mora. ¿Será que el diestro le pidió dinero? Nunca lo sabremos, pero si todos sabemos que el torero que más emocionó a los aficionados de Madrid en la última década, con el permiso de Diego Urdiales, Mora no ha sido llamado para el festín de Madrid, algo que los aficionados de la Villa y Corte hubieran celebrado con desmedido gozo.

Quiero pensar que, Juan Mora, sigue siendo un gran peligro para la torería actual cuando, como se sabe, es el hombre idóneo para abrir muchos carteles por aquello de la antigüedad que ostenta como matador de toros pero, las figuras de la actualidad le repudian todos porque, naturalmente, les puede dejar a todos con la posaderas al aire y eso no lo quieren los señoritos del toreo, prefieren a un rejoneador que les evite al trago de ser el primero y aquí paz y allá gloria. Es más o menos lo que le ha sucedido a Finito de Córdoba que, habiendo aperturado y triunfado en Valencia  y Castellón le han mandado a la mierda. Los carteles confeccionados lo dicen todo.

Qué desdicha tan gran qué ser artista sea pecado; serlo de verdad, porque los impostores, los que ellos mismos se definen como artistas, todos tienen el beneplácito empresarial. Juan Mora es el pecador al que me refiero. Como fuere, pese a todo, el dos de junio gozaremos de su esencia, su presencia y su arte, todo ello en la plaza de toros de Cáceres.

Tenemos mucho que agradecerle a Juan Mora, pero por encima de todo tenemos que alabarle que, pese a ser ignorado por las empresas, aquella su actuación del 2010 en Madrid, justamente aquella tarde otoñal es la que nos ha mantenido vivos en nuestras ilusiones. No recordar aquella tarde sería como haber muerto como aficionados.

Gracias, Juan Mora, que Dios te siga bendiciendo mientras nosotros te seguimos admirando.

Pla Ventura