Raro es el foro donde me he pronunciado en los últimos años en que, para mi suerte, no saliera a colación el nombre de Domingo Navarro, ese subalterno ejemplar que supo dejar una huella imborrable entre los aficionados. Confieso que, al respecto, me sentía ufano de que los aficionados me preguntaran sobre tan entrañable personaje, un lujo que vive dentro de mi ser.

Pero es normal que todo el mundo pregunte por Domingo Navarro puesto que, su quehacer en todos los años en que estuvo en activo, era el paradigma de lo bien hecho y, a su vez, estar atento a todas las vicisitudes de la lida puesto que, Navarro, como gran torero y mejor  ser humano, además de estar pendiente de su jefe de filas, para él, la lidia duraba toda la tarde puesto que, la más mínima eventualidad que surgiera en algún momento, el que fuere, Domingo siempre estaba al quite, razón por la que fue bautizado como EL ÁNGEL DE LA GUARDA.

Me cupo la suerte de tratarle en activo y confieso que me embelesó; además de ser un gran torero de plata, como individuo merece toda clase de plácemes, algo que ha confesado muchas veces el que fuera su gran jefe de filas, el maestro Luís Francisco Esplá con el que se retiró del toreo activo. En aquel momento, me conmovieron las declaraciones de Domingo Navarro cuando confesaba que, sin su maestro, se le acabaron las ilusiones, algo que dice todo del torero de Simat de la Valldigna.

Sin duda que, mientras estuvo en activo, Domingo Navarro se llevó titulares que, muchos espadas de alternativa no podían ni soñar; es más, el torero valenciano ha sido el banderillero que más ha toreado como subalterno en una sola temporada puesto que, hablar de cien paseíllos en una temporada no es noticia baladí.

Domingo Navarro toreó con muchos espadas pero, su jefe de filas, Luís Francisco Esplá, era para él, todo. Pienso que, entre la torería andante, pocos diestros han empatizado tanto como los que cito puesto que, el «dueto» formado por Luís Francisco Esplá y Domingo Navarro ha sido digno de estudio. Maestro y subalterno eran, como digo, un dueto indisoluble puesto que, se retiró el maestro y al «alumno» no le quedaron fuerzas para continuar.

Reapareció Navarro hace un par de años en corrida Goyesca de Arlés en la que, por distintas circunstancias, Juan Bautista, tuvo la gallardía de convencer a Esplá para que reapareciera por un solo día en el anfiteatro arlesiano en el que, Navarro, fiel lazarillo del que fuera su maestro y amigo ha perpetuidad, no dudó en acompañarle en tan entrañable festejo.

Sin duda que Domingo Navarro dejó un hueco tremendo en los carteles taurinos puesto que, gran banderillero, subalterno admirable y mejor persona, en plena juventud se despidió del mundo que tanto amó pero que, como él confesara, sin su maestro, pese a las múltiples ofertas que le llegaban todos los días, los toros ya no tenían sentido para el torero de Simat.

Lo que si ha quedado latente y de puro manifiesto en que Navarro escribió su historia taurina en esos tres lustros en que estuvo en activo y, pese a haber actuado con muchísimos toreros, Domingo siempre confesó que, lo mejor que le dio la fiesta de los toros, no fue otra cosa que haber conocido a un grande de la tauromaquia que, para su fortuna, hasta le otorgó su mejor tesoro, SU AMISTAD, sin duda, hablamos de Luís Francisco Esplá.

Muchas han sido las ofertas que Domingo ha tenido para que reapareciera; ofertas que le han llegado por parte de muchos diestros jóvenes que, sabedores de su valían le reclamaban para sus filas. Pero no, Navarro, fiel a sus principios, a sus convicciones, una vez que se quedó «huérfano» del que fuera su maestro, sin pensarlo más veces, colgó el traje de plata para dedicarse por completo a sus negocios.

Como me han contado, ahí sigue Domingo Navarro defendiendo su negocio, el que supo crear para seguir siendo el señor que todos conocimos, con el que sigue teniendo tantos adeptos como los tuvo en los ruedos del mundo. No es nada extraño porque el carisma de Domingo Navarro, en la actividad que fuere, es su tesoro inmaculado. Es decir, su sonrisa inenarrable, la que tanto le definía como torero, la sigue esgrimiendo para uso y disfrute de todos los que le amamos.

Pla Ventura