Fueron los Reyes de la Casa de los Austria, sobre todo Felipe IV, quienes dieron a las Corridas de toros el carácter  solemne de Fiesta Real, con todo su brillo, aparato y pompa. Por esta época, la Fiesta de los toros se dividían en Ordinaria y Extraordinaria. La Ordinaria era la Fiesta que se ajustaba siempre a la misma fecha y calendario oficial que era por ocasión de la solemnidad de un santo, de la Virgen o de Cristo. Estaba determinada por este hecho venerado en el lugar. La extraordinaria, por el contrario, se celebraba para festejar acontecimientos primordiales, tanto de la Realeza con motivo de Bodas, Bautizos, acciones de gracias por la Coronación. / De la Iglesia Católica con motivo de Canonizaciones de Santos e inauguraciones de Catedrales. / O de la Universidad por ocasión de investir a los nuevos Doctores como en Salamanca que presentía que el toro en el campo es profunda ilustración y lo acuño en el escudo de la ciudad.  Cuentan que, la víspera de la Corrida doctoral, un grupo de representantes Universitarios y Municipales acudían año tras año al prado a ver a los toros que se lidiarían al día siguiente.

La Fiesta de los toros reviste los rasgos históricos, artísticos y culturales  de Fiesta Nacional por ser el conjunto de cualidades y propiedades de una institución arraigada en nuestro suelo Español susceptible de estimación y respeto.  El toro en las fiestas populares es símbolo y emblema del pueblo, de la tierra, es la bandera del campo y el emblema de la humanidad originaria. En una amplia singladura de la historia de España, el toro llegó a tener un carácter sagrado, era el símbolo vivo del cosmos, la fuerza de la naturaleza y su representación. Este ser sagrado consiste en la bravura que era comparada con fenómenos naturales como erupciones volcánicas, huracanes, tornados, tsunamis, y avalanchas de rocas y de tierra.

La Fiesta es la manifestación de entusiasmo regida por un orden – canon de belleza – y por un calendario y horario en conformidad con las estaciones del año y el común asentimiento  de los adicionados. La Fiesta de carácter Nacional se distingue por su seriedad y disciplina a diferencia de la jarana que suele ser diversión o jolgorio animado, bullicioso y en la que casi siempre  se cometen excesos.  A la Fiesta no se va a  divertirse únicamente  sino a someterse a lo establecido, y a emocionarse con lo que ven los ojos y escuchan los oídos. El entusiasmo y el sobresalto  de todo el ser es la nota dominante.  La Fiesta tiene razón de conmemoración, de reunión de personas que participan de  la misma afición y ambiente con el máximo rigor de las normas.  En todas las Culturas la realidad de la  Fiesta integra ritos, liturgias, brindis, suertes,  formas de hacer y sacramentales que se convierten en ceremonias  en sí mismas.

A lo largo de la historia es fácil constatar como la Fiesta de carácter Real, Religioso y Universitario tiene raíces largas – mas que largas son penetrantes –  e insondables en tierra abrupta que ha cristalizado en expresiones  sociales de repercusión y relevancia en su entorno. Dichas expresiones, por su parte, han servido para que las personas (coparticipes y cómplices)  tengan posibilidades concretas de relacionarse con una constitución  que las identifica. La Fiesta no tiene por sujeto al prójimo  aislado sino al todo o conjunto de personas que la viven, componen,  y la insertan. De hecho las apreciaciones   tienen contenido, respuesta y sentido gracias a que es posible valorarlas en categorías socio relacionales  que en su totalidad hacen el veredicto deferente de la Fiesta. Por esto la Fiesta tiene relevancia y acento pleno únicamente dentro de una epopeya compuesta por personas y mentalidades dispersas que viven unidas pero no uniformadas entre sí.   Las personas que no se sienten eslabones de esta gran cadena e historia de generaciones  tienen que ser iniciadas, preparadas y aprehendidas o no podrán sintonizar ni adaptarse  con lo que se hace, con el por qué y para que se hace, con el modo y manera de hacer. No es que sean anti-fiesta sencillamente no han sido incorporadas en la tradición y por tanto no entienden “ni el cuerpo ni el espíritu” de la Fiesta. Quizá si alguien los instruyera y los incorporara adecuadamente comprenderían mejor y apoyarían toda propuesta e iniciativa. La Fiesta  ha servido para dar a conocer lo que las personas que la viven son y quieren llegar a ser, y lo que para ellas es importante y contundente. Es una institución que refuerza los lazos de pertenencia y también las señas de identidad porque asegura la conexión con los antepasados que dieron origen a la Fiesta y la continuaron hasta nuestros días. Otro aspecto de la Fiesta es que  sigue siempre los mismos prototipos y el mismo lenguaje  adaptado a lo que se solemniza de una manera ordinaria o extraordinaria.

Todas estas pinceladas de la Fiesta Nacional se aplican y se adaptan a la Fiesta de los toros teniendo en cuenta que nos queda mucho por pintar en este gran tapiz de la historicidad y de la perpetuación.  La Fiesta Nacional  es la Fiesta de los toros que es el segundo espectáculo de masas  en España que genera más bienes económicos que el Cine y que otros espectáculos.   De hecho en nuestro acervo taurino usamos los términos Festejo, Festival y Fiesta que teniendo la misma raíz en todo lo anteriormente citado se pueden distinguir entre sí.

ALBERT BOADELLA: Actor y Dramaturgo español; Director de la Compañía de Teatro Els Joglars y Director artístico del Teatro del Canal (Madrid). Declara que: “No existe en el mundo occidental ninguna Ceremonia (como la Taurina) capaz de conmover y elevar con semejante fuerza al ser humano».

 

Por David Benavente Sánchez

Fotografia Andrew Moore