Conversaba días pasados con el editor Antonio Picamills, el hombre que durante XXV años le dio vida a ese “instrumento” bello y referencial como es el Dietario Taurino y, al respecto me dijo Picamills que había cumplido su ciclo, que con sus XXV años editando el dietario pensaba que se obra estaba concluida. Confieso que me apené; no entendía las razones, pero si respetaba la decisión del amigo.

Pero como quiera que la vida suele darme sorpresas hermosas, hace poquitos días me llamó Picamills para que, con carácter de urgencia le remetiera unas “líneas” a modo de prólogo porque seguiría editando el Dietario, “hasta que Dios quiera” me dijo Antonio Picamills. ¿Qué pasó? Estaba clarísimo. Llegaban las fechas de fin de año y sus miles de lectores no tenían noticias al respecto y, como si de un aluvión se tratare, empezaron a llegarle peticiones del Dietario y, de forma inexorable, rápidamente, se puso manos a la obra porque los aficionados así se lo habían reclamado.

He colaborado con Antonio Picamills en todos sus libros, alto honor el que el editor me concede pero, en esta ocasión me he sentido más ufano que nunca porque, ante todo, he podido ver la tremenda capacidad de trabajo de este hombre que, en un tiempo record ha confeccionado el Dietario Taurino; cierto es que los datos fundamentales quedan archivados de un año para otro pero, han sido miles de datos los que ha actualizado para deleite y uso de sus lectores que, ávidos por tener su obra entre sus manos, han sido ellos los que le han reclamado dicha obra.

Una vez más, repito, me cabe el gozo de sentirme útil ante un hombre apasionado por la vida y por su obra, caso de Antonio Picamills del que me honro con su amistad. ¿Cabe tesoro más grande? Ante este vasco magnánimo, no cabe otra opción que admirarle por él y por su obra. Pensemos que, durante este tiempo en que ha editado su Dietario, ha tenido miles de imitadores y, todos han muerto con sus propios defectos. A Picamills podrán imitarle, pero nadie le podrá arrebatar su talento, su capacidad de trabajo, su creatividad y su sentido solidario por la tauromaquia y sus propios taurinos que, muchos, de forma ignorante, todavía no saben de la grandeza de este vasco ejemplar.

Recordemos que, tener el Dietario de Picamills entre nuestras manos, más que un libro propiamente dicho, estamos ante una enciclopedia del saber puesto que, miles y miles de datos adornan dicho libro que, ante todo son una fuente de sabiduría. En esta ocasión para que su grandeza fuera mayor, Picamills le dedica el libro a toda la AFICIÓN, algo que jamás nadie había hecho antes; cansado, si se me apura, de dedicarle el libro a toreros ingratos, este año ese homenaje ha recaído sobre la afición, sin duda, su logro más grande.

Enhorabuena maestro Picamills. Que Dios te guarde muchos años.

Pla Ventura