Si os hablo de José Nelo Almidiciana, quizá no os suene a nada un nombre mas con sus dos correspondientes apellidos, pero si a este José Nelo le entrecomillamos “Morenito de Maracay” la cosa cambia estamos hablando del rey del quiebro.

Jose Nelo soñaba el torero en su Maracay natal, la que le dio la vida un martes 23 de agosto de 1955, con 16 años hizo su debut en una novillada sin picadores en su Venezuela natal, era temporada de 1971. A partir de entonces, se embarcó en un duro proceso de aprendizaje que le tuvo durante tres largos años participando en festejos de esta índole, hasta que en la campaña de 1974 donde  consiguió una oportunidad para vestirse de luces en una novillada picada. Ya como novillero destacado entre los de su país, llegó a la madre patria, España,  en la temporada de 1976, pero no como novillero lo hizo para enrolarse en la cuadrilla de su compatriota y paisano Rafael Ponzo; pero, deseoso de triunfar como matador de toros en la cuna del Arte de Cúchares, consiguió emprender en la Península Ibérica una nueva andadura novilleril, que se inició el día 19 de marzo de 1977, en la plaza de la pequeña localidad albaceteña de Ontur.

Morenito de Maracay ya se había hecho un hueco en España y era uno de los novilleros punteros de la época eso hiso que El domingo 16 de abril de 1978, Livinio Stuyck empresario de Madrid le dio una oportunidad para hacer su primer paseíllo en la madrileña plaza de Las Ventas, donde, acompañado por los jóvenes novilleros José Castilla y Pedro Mariscal, dejó una buena impresión. Recibió, por ello, un gran número de ofertas durante toda aquella campaña de 1978, en la que llegó a intervenir en treinta y cuatro novilladas antes de proceder a tomar la alternativa.

Ya como novillero puntero de la época Dámaso González le dio la alternativa, ejerció de testigo el alicantino José María Manzanares , en emotiva ceremonia el domingo 24 de septiembre de 1978, en la plaza de toros de Barcelona.

«Morenito de Maracay» comenzó a sobresalir en casi todas las ferias españolas, en cuyos abonos siempre tenía reservado un contrato dentro del cartel de los matadores banderilleros. Ocurría, en efecto, que su elegancia, valentía y vistosidad a la hora de clavar los rehiletes despertaba el entusiasmo de todos los aficionados, especialmente cuando clavaba pares al quiebro, suerte en la que se consolidó como el mayor maestro de su tiempo. Además, José Nelo Almidiciana manejaba a la perfección el capote, con un empeño en el que alternaban a partes iguales la pureza y la variedad. No era, empero, un gran muleteador, ni tampoco se mostraba eficaz siempre que tomaba el acero.

El pasado sábado el rey del Quiebro digo adiós a los ruedos y lo hiso en la España que lo encumbro a la gloria del toreo, fue en Las Rozas en un gran festival organizado por el maestro Ponce, que lo de menos fue el resultado artístico, lo importante es que se ha ido a descansar este torero moreno de piel que nació en una Venezuela libre, que nada tiene que ver con la Venezuela actual, y que España gracias a su desparpajo y a la gran moda del cartel de toreros banderillero de esa época, encumbro para la grandeza de la Tauromaquia.