Las dos corridas de aniversario de la monumental «México» resultaron más que excelentes para convalidar nuestra afirmación de la semana pasada respecto a que en nuestro país ya todas las ganaderías, de todos los encastes, son imperdonablemente descastadas. Se comprobó con los saltillos del domingo y los parladés del lunes.
Aunque el evidente descastamiento dio al traste con los festejos, ha servido como inmejorable ejemplo del grado deplorable en que anda nuestro ganado «bravo» y ello pudiera ser muy útil para centrar la atención en el verdadero y más grave problema. Un problema que, por cierto, nació y creció merced a la DISTRACCIÓN. Me explico.
Hagamos un símil con la adquisición de un automóvil. Hay quienes enfocan su selección por la belleza de línea del coche, por la deslumbrante hermosura de su carrocería. Pero el coche luego les falla y los deja tirados porque nunca pusieron atención en las deficiencias de origen del motor.
Otros se decantan por las comodidades que ofrece el auto en su interior, sus vestiduras de piel, sus ventanillas eléctricas, su cámara de reversa y el bluetooth de las bocinas. Y luego vienen los problemas de funcionamiento porque no atendieron a la eficiencia del motor.
Carrocería y comodidades son importantes, pero siempre tendrá prevalencia aquello que mueve el auto y le da su sentido como transporte, el motor. Así podríamos hacer la equivalencia del motor del coche con la bravura del toro, la carrocería con su trapío y las comodidades con las bondades de su estilo.
Dar preferencia a carrocería y comodidades de un coche es natural y propio de niños de kinder y no de gente madura que ve las cosas claras.
De anteponer la comodidad de estilo en el ganado son responsables los toreros, con especial responsabilidad de las figuras poderosas. Pero de lo otro, del deslumbramiento infantil por la carrocería, han sido causantes principalmente aquellos «aficionados» que no pasan de ver las cosas por encimita, los superficiales, los incapaces de profundizar; aquellos que lejos de analizar como verdaderos aficionados, parecieran más bien ser vergonzosamente militantes del Tendido del 7 de Madrid (perdón por el exceso; estoy consciente de que la peor ofensa que existe en el Planeta de los Toros es la de atribuir a alguien pertenecer a ese grupo, lo que equivale a ser villamelón e impedido mental al mismo tiempo).
Síntomas de descastamiento o bravura rebajada en el toro hay varios y no necesariamente se presentan de forma simultánea. Entre ellos están la huída, el aplomamiento temprano, el regateo, el de media embestida, la sosería, la debilidad, la distracción y falta de fijeza por citar los más evidentes..
Para el domingo se seleccionaron toros de TEÓFILO GÓMEZ con la esperanza de que mostraran buen estilo (comodidad)…y el resultado fue un fiasco, toros descastados en su expresión sosería.
Para el lunes, los de Jaral de Peñas sólo por la arrogante «carrocería»…y fueron un fiasco en su expresión huidiza.
En ningún caso se le dio prevalencia al motor, a la bravura. Y el coche nos dejó tirados porque los responsables andan distraídos en lo secundario, comodidades o carrocería.
Opera, sin embargo, un curioso fenómeno: al parecer a muchos «aficionados» les complace pagar un boleto por ver toros con carrocería pero sin motor, huidizos, sosos o cayéndose; en suma, descastados. Los ataques se centran sólo en algunas vacadas, descastadas también, con comodidades pero sin carrocería de trailercito.
En ambos casos el resultado es idéntico: el fiasco, la negación del espectáculo…no obstante, a las carrocerías inútiles, se les tolera bien. Como la de Barralva, que el sábado anterior, el 3 de Febrero lidió en Querétaro (foto) imponentes toros…sin motor, descastados, según la costumbre de esta ganadería en su vertiente Parladé. Igual que los que jugó apenas el 20 de Enero en Tlaxcala. Un fiasco.
Pero lo entiendo, son ganaderías muy bien publicitada$ para público que le encanta comprar espejitos con carrocería…aunque el trailercito nos deje tirados en el camino de la extinción de la Fiesta.

 

Por Paco Teran

Fotografia Rosendo Perez