SI hoy en día me dan a elegir entre triunfalismo y seriedad me quedo con la seriedad. Con esa seriedad que busque la verdad, la honestidad, la integridad en todos los tercios de la lidia, sin condicionantes, y sin miramientos.

Talibanes, extremistas, reventadores, hooligans, censores, golpistas, malos aficionados… y recientemente imbéciles. Esos son los improperios, insultos y afirmaciones que sueltan ciertos palmeros de figuras y unos cuantos periodistas sobre el tendido “7” de Las Ventas de Madrid. Me hace especial gracia que Zabala se dirija al 7, a todo un tendido, y les insulte de esta manera a través de movistar toros. Un canal que vive de sus aficionados, y probablemente en el tendido 7 hayan muchos de sus abonados. Utilizar la tele para manipular es algo muy común dentro de la                    -como él dice-  “demagogia” taurina.

Que periodistas serios se dediquen a insultar a aficionados libres… me parece cuanto menos bochornoso, inadecuado, irrespetuoso, denunciable y una falta de profesionalidad total. Probablemente si los periodistas de “postin” cazaran menos sobres y se dedicaran a escribir de la verdad, con pelos y señales, tal vez, el 7 no tendría que actuar de oficio, para llamar la atención al correspondiente torero que se pasa de ventajista.

¿Qué sería de Madrid si este tendido tan emblemático? Pues probablemente no quedaría nada de nada, ni rigor, ni importancia, ni honestidad, ni un ápice de integridad en la primera plaza del mundo. Los palmeros y los amantes de la fiesta cada día se adueñan de los tendidos, para hacer de su capa un sayo, de los tendidos su fiesta privada y de una corrida sería un festival. Porque para muchos la frase mítica de un genio literario y un crítico fundamental de la tauromaquia como fue Joaquín Vidal ya no tiene sentido, y decía así: “Aquello que a los toros hay que ir a divertirse es una falsedad. A los toros hay que ir dispuesto a sufrir; provisto de una lupa para comprobar la casta y fortaleza de las reses, la integridad de sus astas, el discurrir de la lidia, el mérito de sus lidiadores (…) Y si algo de esto falta, el aficionado conspicuo lo exigirá con la vehemencia que sea del caso (…).

Por lo visto, la crítica ha muerto, ahora solo hay sicarios de tinta, al sueldo de las figuras, empresas y ganaderos de postín. Con el único propósito de tapar defectos, inventar virtudes y confundir, manipular y manejar al personal. Hoy la pureza, la verdad, la integridad han muerto en los ruedos –salvo 4 o 5 privilegiados-, hoy al “des-toreó” le llaman toreo, y los periodistas insultan a los aficionados por no estar de acuerdo con su “incorruptible” opinión. Quien no sabe, no quiere aprender, porque a los toros va a divertirse, y quien sabe no quiere enseñar porque gana más callando, que enseñando. Un sobre le viene bien a cualquiera menos a la tauromaquia, que día tras día, pierde su esencia y marginan a los que la intentan defender.

Por Juanje Herrero