Mientras el triunfalismo se apodera de los tendidos -de Madrid en esta ocasión-, la tauromaquia llora perdidamente por los rincones. Hoy Sr. Presidente se ha cortado una oreja de más. Lo siento pero hoy se ha ninguneado a la seriedad de Madrid en beneficio del alboroto, del palmero, del clavel y del gin-tonic. Basta ya de tanta hipocresía y llamemos las cosas por su nombre. Perera es una figura que torea con el mayor ventajismo del escalafón. Con el poderío que tiene, y la envergadura que atesora, saca los toros del embroque descaradamente y esconde la pierna con mayor facilidad todavía.

Hoy se lució el toro, pero¿ realmente se toreó de verdad?. En ningún momento se le dio el pecho, ni se vacío la embestida en la cadera, ni se lo paso por la bragueta. Lo que hizo muy hábilmente fue lucir al toro de lejos, para no quedar en evidencia de cerca. Las 4 primero series fueron de lejos, en ninguna llegó a someter al toro de verdad. Y cuando el toro le apretó se alivió sutilmente. Hoy no ha sido un homenaje al toreo eterno, hoy ha sido un homenaje al toreo post-moderno, esa tauromaquia 2.0 , qué algunos interesados, nos han llegado a vender como la mejor de la historia.

Vuelve la polémica, creada por un presidente que tenía ganas de fiesta, de juerga y de jarana. Quería ser el protagonista por encima del Santo, del Patrón, del torero, del toro, y de Madrid. Vamos que le va la marcha. Una oreja de más, que sorprendió al tendido, al matador, al aguacil y hasta al buen hombre de las pipas. Se pone en duda la imparcialidad del palco, la capacidad, la valentía y la profesionalidad del señor Villa Parro, que con bigote en jeta acaudilla la plaza bajo un criterio nefasto y populista, no solo para Madrid sino para la fiesta. Si esta es la vara de medir del palco de Madrid, Las Ventas perderá un grado de exigencia a la hora de otorgar trofeos. Triste, muy triste porque ya no valdrán lo mismo de cara a la temporada. El sacrificio y constancia son palabras que se conjugan con el toreo a la hora de triunfar en una plaza, al igual que la verdad, pureza y honestidad con los cánones, todas ellas antes necesarias para salir por la puerta que hasta hoy es la primera plaza del mundo, por lo tanto debe ser la más exigente y dura, tanto con los toreros, como con los toros, en el momento de valorar las faenas, lo que no digo que esté en contra de ese punto de sensibilidad, en ciertas ocasiones.

Lo malo que ahora,  pagaran justos por pecadores como siempre ha pasado en este mundo.

Ahora Perera estará en boca de todas por la concesión de una puerta grande que no llegó a merecer del todo. En ocasiones, vale más una oreja de peso, que una puerta grande polémica, y sino, al tiempo.

Gracias Sr Gonzalo de Villa Parro, le estaremos eternamente agradecidos las generaciones venideras por el legado que ha sabido proteger, y que con tan gran fiereza luchó por mantener. –entiéndase la ironía-

Por Juanje Herrero