Por Mario Gómez
El madrileño Carlos Ochoa hizo el mejor toreo, el más puro y el de más quilates de todo el certamen. Citó de lejos, mandando y templando las embestidas de un encastado Iban. Y lo firmó con una estocada como mandan los cánones, enterró hasta el puño. Solo el afán de protagonismo del presidente privó a Carlos de pasear los máximos trofeos, solo se le concedió una oreja y el público lo alentó a dar 3 vueltas al ruedo. En el segundo de su lote, animal que tranqueaba y no tenía una embestida franca, trató de buscar el triunfo, pero la espada se lo llevó.
Otro de los grandes novillos de la feria fue el que saltó en 5º lugar. Trató de estar bien Rafa González y tras una faena con momentos de compromiso por su parte y entrega, no trascendió al tendido. Soltaba la cara en exceso el primero de su lote, por lo que los enganchones fueron tónica general en una faena, en la que hubo pasajes de mucha verticalidad.
Completó la terna el extremeño Alejandro Fermín. Valor y quietud, fueron sus dos bazas durante toda la tarde. Dos faenas de similar metraje, que no llegaron a cobrar la importancia necesaria para cosechar más de una ovación a la muerte del 4º.