Decía una antigua canción que “El que no sabe de amores, no sabe lo que es martirio” y que sabias palabras son esas, porque lo cierto que en la vida hay muchos estilos de amores, pero el que tiene un torero por la tauromaquia es uno de los más fuertes de este mundo, porque en esa mística liturgia, puedes entregar la vida por amor al toreo.

Hay casos que apenas puedes ni poner a disposición tu vida al toro, porque no tienes la oportunidad de torear. En ese martirio se encuentra uno de los toreros albaceteños que hoy tomara parte del festival benéfico de la plaza de Albacete. Andrés Palacios tomo la alternativa hace ya 14 temporadas, de las cuales en ninguna ha tenido el futuro claro, ni cortando orejas en Madrid. Hace 8 años, en la temporada de 2011 Andrés Palacios le arrancó unánimemente una oreja a un toro en Las Ventas, pero ni por esas su carrera despegó.

Con una afición desmedida, y con ganas de demostrar algún día el torero que lleva dentro, cada mañana con sacrificio entrena, preparándose para esa oportunidad que sin duda merece.  Tres paseíllos en esta temporada, dos corridas y un festival, sin suerte en las reses, pero dejando detalles de torero caro.

La naturalidad forma parte de las muñecas de este torero, que tiene un corte gitano, con valor madrileña y seriedad castellana. Un toreo de sentimiento, con pureza, clasicismo, jurando lealtad a la verdad, y saboreando los pases con las yemas de los dedos. A golpe de muñecas, trincheras, trincherazos, lentos, muy lentos, quedan grabados en las retinas, porque si sale el toro, Andrés torea, y sales de la plaza con la sensación de haber visto torear.

Un presente duro, donde el futuro es incierto, pero no vuelve la cara nunca, ni a los desafíos, ni a los entrenamientos. Con humildad, sacrificio, tesón y amor propio cada dia falta menos para conjugar los duendes en una gran plaza y que el apellido Palacios se anuncie en los titulares de la prensa taurina.

La constancia de un novillero, con la mente de un torero maduro, con los palos sufridos en su cuerpo y en su alma, forja a fuego lento un temple que llevara al torero de Albacete en reconocerle como gran torero, porque aunque algunos sepamos como mueve esas muñecas, parecen que ciertos empresarios obtusos le faltan visión o bemoles para reconocerlo.

Por Juanje Herrero