Al respecto de las llamadas corridas duras, como se ha demostrado, algunos toreros han quitado el “pie del acelerador” y han bajado su intensidad o ritmo, algo tan natural y lógico como la vida misma porque, claro, no es lo mismo matar el toro de carril que saber que te enfrentas a un toro con problemas venidos de la casta misma que atesoran dichos toros. Entre otros, esta temporada que ha fenecido hemos podido ver como por ejemplo, Pepe Moral y Octavio Chacón, han bajado su intensidad, lo más lógico del mundo, eso sí, con la salvedad de que ha mermado el interés que concitaban.

Cuidado que me pongo en el lugar de estos hombres y les entiendo a la perfección porque, ante todo, hay que tener un corazón a prueba de bombas para soportar el envite que supone enfrentarte a Miura, Saltillo, Escolar, Victorino, Adolfo, etc. etc. Dicen los interesados en materia que, en definitiva, los unos y los otros, todo son toros y, aparentemente pudiera ser así; pero no es lo mismo, vamos, ni parecido. La prueba es demoledora puesto que, mientras que los lidiadores del toro amorfo y sin fuerzas, apenas nadie ha caído herido, han sido los encastes antes mencionados los que han llevado al hule a muchos toreros.

La cruz, como se sabe, siempre la llevan los mismos. Eso sí, hay que ser de una pasta muy especial para que, un hombre como Domingo López Chaves que este año se ha visto en el circuito de las corridas durísimas, para colmo, el salmantino la daba gracias a Dios por semejante regalo. Cierto es que, López Chaves ha matado muchas corridas de los encastes antes mencionados pero, está por ver cómo resistirá su corazón en la próxima temporada en la que, gracias a sus méritos, seguro que le reservan sorpresas tan “agradables” como las que ha tenido este año.

Tiene mucho mérito lo de estos toreros puesto que, un hombre admirable como Javier Castaño, por diversos problemas se nos vino abajo. Es cierto que, Javier, para colmo de sus males, en el intermedio de su grandeza como torero, hasta tuvo que lidiar con el maldito cáncer al que venció con grandeza y altura de miras. Pero, por fas o por nefas, este año Javier Castaño no ha tenido la temporada que deseaba. Y seguro que no ha sido por falta de ganas pero, las circunstancias lo han derrumbado.

Cuando se habla de las llamadas corridas duras, irremediablemente se nos viene a la memoria al gran Paco Ruíz Miguel, el hombre cuyo corazón pudo con todo y, lo que es mejor, durante treinta años en primera línea de batalla. Sin lugar a dudas, nadie en el mundo podrá igualarle en cuanto a éxitos se refiere y, lo que es más relevante todavía, el tiempo que estuvo al frente de esas corridas que le quitan el humor a cualquiera. Por eso digo que, encontrar un corazón que resista los envites que Paco Ruíz Miguel soportó eso es imposible de hallar en los tiempos que corremos. Algún diestro de los actuales le ha igualado en triunfos, siempre, claro está, guardando la proporción. Pero lo que se dice en años de actividad y teniendo el triunfo como aliado, no existe otro diestro más grande que el torero de la Isla de San Fernando, el que pudo con todo y el que ha sido el más laureado de todos los toreros si de toros auténticos hablamos. Como diría el inolvidable Matías Prats, la hoja de servicios de Ruíz Miguel sigue totalmente inmaculada.

Así, a vuela pluma, como decía en el enunciado, ¿quién es el valiente que soporta esa presión durante treinta años al servicio de la causa torera? Recordemos que Paco Ruíz Miguel había uno que, para nuestra dicha, seguimos gozando de su amistad y su cariño pero, ¿quién de los actuales podría tomar el relevo durante tantos años? Es difícil que encontremos a un gladiador tan auténtico en su forma y modo que, para su dicha y la de miles de aficionados, muchísimas tardes nos extasiaba con su toreo, sencillamente el que sabía interpretar a sabiendas de que se jugaba la vida de forma escandalosa. Por dicha razón, nunca nadie le puso la menor objeción a su toreo y a su causa como lidiador. Esa hoja de servicios que ostenta Paco Ruíz Miguel, repito, será muy difícil que nadie pueda igualarle.

En la imagen, el gran Paco Ruíz Miguel aludido en nuestro ensayo, justamente en su última tarde como matador de toros que fue sacado en hombros por sus compañeros.