De vez en cuando dedico unas horas a “despedirme” de escritos, papeles, revistas, prensa…que he ido guardando y se han “pasado”. En la última descarga me encuentro con un escrito a máquina, titulado y firmado por Carlos de Rojas a quien aprecié y admiré. Lo leo y me resulta actual, eterno e interesante. Creo que no lo llegué a publicar hace siglos y si lo hice es lo mismo: Lo encuentro interesante ¡A ver si por haber mucho va a ser malo!

Carlos, con raíces y casa noble en Ciudad Rodrigo, hijo del Conde de Montarco, nació en Madrid en 1937 y murió en Madrid el 14 de septiembre de 1980. Presumía de “farinato” como el primer mirobrigense aborigen.

Iba en su coche para hacer la crónica de la corrida en “Informaciones” y parado en un semáforo, frente a Las Ventas, sufrió un ataque cardiaco. En el cartel, toros de Tulio e Isaías Vázquez, El Inclusero, El Calatraveño y Sánchez Puerto, torero de su gusto que confirmaba alternativa.

Creador de los coloquios nocturnos, con Manuel Vidal, en Madrid y provincias. En el 80 los disfruté en una discoteca de Bilbao. Como periodista, y escritor taurino, entre los mejores. En el tema de toreo a caballo, y sabiendo de caballos, no hubo otro: El nº 1, con diferencia, dominando la técnica del toreo ecuestre. En “Informaciones” fue 2º crítico, con Navalón, y luego 1º.  

En ese mes murieron Juan Boch Iglesias, 50 años, amigo y guía en Palma de Mallorca, fundador de la revista “El Mundo de los toros”, y Antonio Díaz Cañabate que en marzo daba una charla en Logroño y al presentarle sus libros para firmar dijo: “¿Todavía quedan aficionados que compran libros?”.

Pedro Mari Azofra

“LA NECESIDAD DE LA CRISIS EN EL TOREO por Carlos de Rojas”

No cabe duda de que el mundo de los toros se divide, desde siempre, en dos fracciones notablemente dispares: Los optimistas y los pesimistas. Pero no hay que olvidar a los puramente objetivos, a los que juzgan según se producen los acontecimientos y sacan unas consecuencias. Por eso la Fiesta siempre ha venido siendo objeto de controversias y se ha hablado tanto de la crisis que la aqueja.

Partiendo de una base objetiva, ya que uno puede jugar a cualquiera de las tres opciones, podría decirse que la Fiesta está, no cabe duda, en crisis. Si crisis es cambio de un estado para otro, no cabe duda que el momento actual es de crisis, pues, según dicen los pesimistas, faltan toreros “figuras” que animen el cotarro. Crisis también la hay para los optimistas, pues hoy se torea mejor que nunca y los toros son más bravos que nunca. Crisis existe para los objetivos, pues la Fiesta atraviesa unos momentos de falta de infraestructura, de exceso de poder en manos de unos pocos y de atonía en quienes han de enfrentarse a unos toros cortados, más o menos, por el mismo patrón.

Parece ser que nadie se ha dado cuenta que lo que la Fiesta de los toros necesita, es estar continuamente en crisis, ya que sólo así se puede hablar de ella. Sólo así estará al día y, sólo así, los taurinos que la dirigen de cualquier manera- por poder, por ingenio o por influencia –estarán siempre velando sus armas y dispuestos a no dejar pasar nada de aquello que les impida atraer público a las taquillas. Y si hay que reforzar memorias no olvidemos que la Fiesta vive gracias a las taquillas.

CRISIS Y MÁS CRISIS

Uno apenas alcanzó a ver a Manolete en algún tentadero y en una ocasión en la plaza de Salamanca. Desde niño venía escuchando a los mayores que con Manolete había una crisis evidente, que la falta del toro era lo fundamental, que Manolete había aliviado el toreo poniéndose de perfil, pero que su personalidad era tanta que había llevado al público de calle. Eso cuando uno era niño y después de los tentaderos, muy enzarzados en la discusión familia, amigos y toreros, copa en mano, discutían sobre estas cosas. Y uno iba modificando la imagen de Manolete, que llegaba vestido correctamente de corto, que saludaba con respeto a todos y que en la plaza de tientas borraba a cualquiera.

Había crisis por culpa de Manolete, de la posguerra, por falta de toros, por la falta de piensos y porque los demás toreros eran comparsas del Monstruo.

Sigue la crisis con la presencia en los ruedos de Aparicio y Litri. Ya es un hecho que los toros se afeitan. Camará mata a tiros una novillada en los corrales porque no la quiere para sus pupilos. Se habla de becerros y más aún, del afeitado. Aparicio y Litri llenan las plazas porque hay crisis en la Fiesta, y mientras ya están en juego dos segundas versiones que mantienen la crisis: Pedrés y Jumillano. Y se siguen dando novilladas y ya la feria de San Isidro en Madrid la amplía Livinio Stuyck a ocho corridas de toros.

Continúan los comentarios sobre la crisis, y ya están funcionando a tope Camino, Diego Puerta, Antoñete, Gregorio Sánchez, El Viti…mientras se mantienen como veteranos en cartel un admirable y nunca reconocido Rafael Ortega, Antonio Bienvenida, Juan Posada, Victoriano de la Serna y amenazan los Luis Segura, Victoriano Valencia, el efímero Luis Alfonso Garcés, el fugaz Antonio León…y se comenta que por Sevilla andaban El Pío, Finito de Triana, y Carmona.

Más tarde, la crisis sigue siendo motivo de comentario: No haya toreros como los de antes. Hasta que surge El Cordobés, el afamado Manuel Benítez que había de llenar casi una década de anti-toreo. Benítez llena unos años en los que se olvida citar con la muleta planchada, dando el pecho, poderle a los toros, crear arte en la lentitud del pase, poner sentimiento en el manejo del capote, en el de la muleta, en dejarse ver a la hora de matar, en tener sitio de torero en la plaza y en la calle…Pasa a convertirse en un espectáculo socio-político-económico.

“El Pipo” había inventado eso de que robaba gallinas, que había sido muy pobre y de ese modo nadie reparaba en que mataba becerros afeitados como para ser aptos para rejones. Benítez lleva a las plazas un público ajeno a la Fiesta, un público que se va de las plazas cuando Benítez abandona -afortunadamente- la profesión. Con El Cordobés hay crisis para los aficionados, para los propios toreros- a los que quita de los carteles en gracia a su fuerza ante las empresas, siempre rendidas a la taquilla- y para muchos ganaderos, pues existen otros que, plegándose a sus exigencias, no vacilan en entregarse al fraude del utrero adelantado y el afeitado. Y se va Benítez de los toros dejando una crisis en las taquillas, pero muchos toreros quieren hacer lo bueno, lo puro.

Nueva crisis para el toreo: Todos son vulgares, nadie dice nada toreando. Pero se matan los toros más grandes de la Historia del Toreo, más bravos y con tantos o más pitones que aquellos que mataban los provocadores de crisis pasadas como pudieron ser -ver revistas de la época- los Guerra, Lagartijo, Joselito y Belmonte a los que ridiculizaban con caricaturas en su época.

Y se torea más cerca, se dan más pases, hay más número de toreros y cada cual, mal o bien, justifica su presencia en el ruedo ¡Bienvenidas sean las crisis!

FIRMADO: Gabriel De Rojas.

PIES DE FOTOS:

-Pedrés, Aparicio, Litri y el ganadero Javier Sánchez Arjona. -Manuel Benítez “El Cordobés”. –Manolete en la plaza de Logroño (1.943). –Tres “maletillas”: Antonio Ordóñez, Curro Romero y Paco Camino. –“El Viti”, “Perlita de Huelva” y “El Fari” en un homenaje a Rafael Farina.