Analizo mucho el interior de la fiesta de los toros y, en ocasiones, hasta me derrumbo. Es decir, la desigualdad que existe entre unos toreros y otros a la hora de enfrentarse a un toro, eso me quita el sentido por lo que de injusticia conlleva.

Y hablo de una pelota de piedra refiriéndome al mundo del balompié en que, todos, absolutamente todos los jugadores del mundo tienen las mismas oportunidades porque, para todos existe un balón al que darle con los pies y, por supuesto, el más hábil al respecto es el que gana. Digamos que, el más sagaz, el más contundente, el que más acierta y dribla a los compañeros, al final es el que mete el gol; pero es algo que está al alcance de todos. No se trata de que los más brillantes chuten a un balón de cuero y, los más pobres a un balón de piedra. La igualdad es la norma en ese bendito deporte.

Pues ese balón de piedra aludido es el que existe en el mundo de los toros en que, para los más famosos y sagaces, se les enfrenta a un toro lógico, normal, armonioso, con hechuras de embestir que, al final, pese a ser un animal, los pronósticos se cumplen y hasta embisten dichos animales. Este es el disfrute de un reducido grupo de toreros que gozan de dicho privilegio mientras que, el noventa por ciento restantes, todos tienen que darle “patadas al balón de piedra”

¿Cómo así? Preguntaba el otro. Es muy cierto. Si analizamos en profundidad como ha discurrido la temporada en Madrid, conceptos artísticos al margen de cada torero, la gran mayoría de los matadores de toros se les ha sometido a la prueba citada, el balón de piedra. ¿Cómo se puede meter un gol con un balón de piedra? Físicamente es un hecho imposible y, pensar que muchos chavales en Madrid han tenido que superar – con derrota incluida- la prueba macabra a la que aludo, eso es inhumano.

Cualquiera diría que el mundo del toro está montado de esa manera y no hay nadie que pueda cambiarla. De que está montado de ese modo es un hecho constatado pero, ¿quiere eso decir que sea justo? Nada de nada. Cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad es capaz de sufrir al respecto porque, por ejemplo, me acuerdo de la corrida de Celestino Cuadri y, como el ganadero confesara, no podía salir una corrida peor, totalmente ilidiable para lo que ahora entendemos el toreo moderno.

Esa es la pelota de piedra a la que me refiero. ¿Qué podían hacer los chavales que a dichos toros se enfrentaron? ¿Cree alguien que con dichos bicornes cabía la posibilidad del triunfo? ¿Por qué los Ronaldo del toreo no aceptan esas corridas? Piedra dura con la que se enfrentaron sin resultado positivo alguno y, por ejemplo, mira que López Chávez estuvo genial el muchacho. Las distancias que separan a unos toreros de los demás son insalvables. Y lo triste es que si Dios no lo remedia, siempre será de este modo. Pero nadie nos apeará por aquello de pedir una justicia que no existe y, lo que es peor, dudo que algún día sea una realidad.

¿Cómo hablar de oportunidades con la distancia insalvable que separa a uno con los otros? Eso es un imposible, de ahí que, cuando un torero que no esté protegido por el poder empresarial logra sacar la cabeza, eso tiene tintes de milagro. Emilio de Justo es un ejemplo de lo que digo aunque el muchacho, este año ha tenido más lesiones de las debidas, las que le han hecho perder muchos festejos. En este aspecto sí que la suerte juega un papel decisivo como dije en su momento. ¿Quién es el valiente que se acuerda ahora de que Sergio Serrano se jugó la vida en Madrid frente a un Saltillo pavoroso? Justamente, un toro con el que logró emocionar a la afición que, de haber sucedido el hecho en plena feria, otro gallo hubiera cantado.

Recordemos que, por ejemplo, Manzanares, desde el primer día le colgaron la vitola de artista, le protegieron de todo mal y ahí está el hombre aferrado a sus triunfos que, con un “balón de cuero” para el diestro de Alicante es todo muy sencillo. Pero todo tiene que venir rodado ante lo que los demás quieran o les apetezca. ¿Por qué no se le da el mismo tratamiento que le dieron a Manzanares, por ejemplo, a Juan Ortega, tan artista como el que más? Misterios del mundo del toro que nadie nos descifrará jamás, pero que siempre criticaremos con toda la saña del mundo, sencillamente, por la distancia insalvable que existe de unos para con los otros.

En la foto, la bella estampa torera de Sergio Serrano en Madrid frente a un toro de Saltillo.