A falta de tres días para que empiece el primer festejo en la Maestranza todavía no se sabe si arrancará el paseíllo. El show que están montando tanto la Junta de Andalucía como la empresa Pagés es digno de cine de intriga o incluso cómico. Es bochornoso que una plaza y una afición como la de Sevilla estén pasando por esta situación de incertidumbre, fruto de la falta de entendimiento entre políticos y empresario.

El gobierno de Moreno Bonilla se pronunció desde un primer momento diciendo que, si no se cumplía el aforo con un metro y medio de distancia entre espectadores, no autorizarían la celebración de la feria. Para razonar esta decisión alegaron a la norma emitida por el Gobierno Central, pero este precepto admitía la posibilidad de tomar otra serie de medidas si esta primera no se podía cumplir. Esto nos hace pensar que, a pesar de sus buenas intenciones, la Junta embarra el camino en vez de despejarlo. Esto ha provocado la reacción, tardía como siempre, de parte de los toreros que se ven perjudicados. La reivindicación vía Twitter e Instagram no vaya a ser que alteremos el cotarro. Este es el nivel. El único que se salva es Morante, que a sus 24 años de alternativa ha salido en televisión, radio y periódico demostrando más interés por el serial que miembros de la propia empresa. Este comportamiento de los políticos nos hace ver que si no nos podemos fiar de quienes quieren acabar con los toros, menos debemos de fiarnos de los que nos defienden.

Y la otra parte del binomio, Pagés, no se queda atrás. Hay que reconocer que ha propuesto bastantes opciones para que la Junta cambiase su postura, destacando la realización de PCRs o test de antígenos a los asistentes a los festejos; cosa que me parece bastante incongruente, pues si la rentabilidad de la feria ya es bastante dudosa, con este nuevo y alto coste las cosas pintarían peor. También hay que decir que los gastos de gestión a la hora de comprar las entradas por Internet me parecen desorbitados. En un año en el que a la gente no le sobra el dinero, cobrar estos “impuestos” es vergonzoso. Volviendo a los planteamientos de la empresa, creo que deberían de barajar otros escenarios, como la posibilidad de retrasar la feria un tiempo hasta que los indicadores sanitarios fueran mejores y comenzar unas negociaciones serias con la junta para tener todo bien atado a tiempo.

Por acabar también hay que destacar el silencio del sector. Una vez más es pasmosa la pasividad de todos los miembros del gremio que ven que su trabajo depende de la celebración de la feria. La imagen y el mensaje unidad que hacen ver en las estupendísimas galas se cae en cuanto toca remangarse y hacer un esfuerzo. Parece ser que no se dan cuenta de que los primeros que salen perdiendo son ellos. Sigo diciendo que los dos principales males que padecemos los aficionados, aparte de la ignorancia del prójimo, son la pereza y la avaricia de los profesionales.

La incertidumbre pronto se transformará en claridad, para bien o para mal. La decisión de la Junta puede servir como precedente para que otras comunidades se agarren a ello para no tener problemas. Este problema deja en evidencia que los toros a pesar de no ser ni de derechas ni de izquierdas, sí que dependen de los políticos, y que el trato a nivel burocrático con ellos es muy importante para evitar problemas como este.

Por Quique Giménez