Los aficionados a los toros nos hemos quedado consternados ante la noticia que se ha producido en el día de hoy en Alcoy en que, Adrián Espí Valdés ha fallecido como consecuencia de una cruel enfermedad que llevaba años arrastrando. Espí era un gran aficionado a los toros, hasta el punto de que ostentó el cargo de Presidente del Club Taurino de Alcoy, luchó con denuedo al frente de dicha entidad y, pese a todo, año tras año, de su mano y trabajo, dicho Club editaba todos los años su revista Las Arenas del Serpis.

Adrián Espí Valdés era toda una institución en Alcoy puesto que, al margen de su trabajo como catedrático de historia en la universidad de Alicante, escribió varios libros, publicó cientos de artículos, departió innumerables conferencias, tanto en lo que a su profesión se refería, es decir, al arte histórico como en la misma fiesta de los toros. Para mayor dicha, en la ciudad del Serpis de la que era oriundo y donde residía, era toda una personalidad si de la fiesta de Moros y Cristianos se refiere en la que ostentó diversos cargos con una altura de miras impresionante.

Nos cupo la fortuna de contar con su amistad, participar en muchos de sus eventos, por tanto, encariñarnos con su persona puesto que, su manantial de cultura era con el que bebíamos en la fuente del saber de su señera persona. Pese a tanta cultura, Adrián Espí siempre estuvo reñido con la tecnología, hasta el punto de que, por ejemplo, jamás usó un ordenador, algo que siempre le enfaticé por aquello de las ventajas que este tiene cuando se escribe; pero me resultó tarea vana. Fijémonos cómo era de singular este hombre que, en cierta ocasión me invitó a su casa, tenía un gran despacho y encima de la aquella mesa enorme había dos máquinas de escribir Olivetti con las que plasmaba todos sus trabajos.

Para mi dicha, era seguidor mío en cuanto a mis trabajos en Internet y, en algunas ocasiones me llamaba y me decía: Por favor, amigo, imprímeme tus artículos y me los mandas a casa que quiero disfrutarlos» Así de original era pero, ante todo, un tipo singular y enriquecedor. Dios lo tenga a su vera.

Pla Ventura.