Una vez más ha salido a la calle el ejemplar de la revista Las Arena del Serpis que cada año edita el Club Taurino de Alcoy que, en esta ocasión ha cumplido cinco lustros de ilusiones para deleitar a sus aficionados, componentes del Club Taurino y a todo aquel afortunado que, como pueda ser mi caso, ha caído la revista en mis manos.

Sin duda que nos quepa, el Club Taurino de Alcoy, taurinamente dicho, es el milagro más grande que pudiéramos imaginar puesto que, si la fiesta de los toros, en cualquier lugar que se precie está maldecida por tantos indeseables como existen por el mundo, el hecho de que en Alcoy, la ciudad de la hilatura por excelencia, la que dejó de tener plaza de toros hace tantísimos años y, pese a todo, la llama de la afición sigue viva en la ciudad alicantina.

Cierto es que, un grupo de apasionados aficionados, capitaneados por Alfonso Vicens Rodríguez como Presidente de la entidad, son capaces de llevar a cabo dicha publicación que, con el beneplácito de sus anunciantes y personajes que vierten su sabiduría en dicha revista, entre todos hacen posible que Las Arenas del Serpis sea una bendita realidad.

Desde que tengo uso de razón me cupo la fortuna de conocer dicho Club en el que, para mi suerte, he sido invitado para sus coloquios en varias ocasiones, lo que me llevó a conocer a personajes tan singulares como el oftalmólogo Juan Ignacio Sempere que, en su momento capitaneó el Club. Otro miembro importantísimo por la causa de los toros en Alcoy no es otro que Adrián Espí Valdés, catedrático de literatura, orador, ensayista y todas las virtudes que queramos añadirle que, todas, sin distinción, viven dentro de su ser. No puedo olvidarme de un hombre entrañable que, para mi suerte, hasta compartimos amistad, afición y religión, se trata de Rafael Ribelles Bonifacio, el que fuera presidente del Club y que tantos logros obtuvo como tal.

Decía yo lo del milagro de Alcoy y, con toda seguridad, no me falta razón porque, dicho ente, en breve cumplirá cien años de vida, todo un logro puesto que, tras El Club Cocherito de Bilbao como primer ente taurómaco, le sigue el Club Taurino de Alcoy, la gran entidad taurina que, próxima a cumplir los cien años, para orgullo de sus aficionados, no en vano, dicho Club ha sido galardonado en repetidas ocasiones por su bien hacer y mejor actuar.

Gracias a la colaboración literaria de plumas tan relevantes como José Ignacio Sempere Enriquez, Enrique Amat Casares, José Antonio Blanes, Andrés Amorós, Eduardo Segura Espí, Jorge Villar, José María Jericó, Juan Moreno Sánchez, Adrián Espí Valdés y Roque Monllor Martí, a los que en nombre del Club Taurino les damos las gracias por su colaboración puesto que, sin ellos, esta realidad no hubiera sido posible.

No quiero olvidarme del que fuera el tesorero del Club durante tantísimos años, un hombre apasionado que llevaba las cuentas inmaculadas, que bregó como pocos por su amado Club Taurino alcoyano que, si se me apura, hasta dio la vida por dicha causa. Como dato anecdótico contaré que, el pasado mes de noviembre de 2019, a primeros de mes, nos convocó a los que éramos sus más allegados para invitarnos a su último almuerzo de despedida en este mundo, algo que lo tomamos como una broma más de Emilio García García, que así se llamaba este hombre admirable. Allí departimos almuerzo, nos tomamos unas copitas y nos deseamos los mejores augurios de cara al año próximo y, diez días más tarde, Emilio entregaba su alma a Dios. ¡Qué claro lo tenía y cuánta lucidez había en su ser para convocar aquel almuerzo inolvidable!