Si durante más de cincuenta años, Cáritas, como institución de la Iglesia ha venido remediando los males de cientos de miles de personas, en la actualidad, debido a la cruel pandemia que nos azota, la sagrada institución eclesiástica se ha tornado más imprescindible que nunca puesto que, mientras disfrutábamos de la libertad de la que no éramos conscientes, Cáritas atendía a cientos de miles de personas por toda nuestra geografía nacional pero, llegada la catástrofe en la que nos hemos visto sumidos, el papel de nuestra admirada institución se ha tornado absolutamente indispensable.

Antes de que llegara esta brutal lección que todos estamos aprendiendo, respecto a Cáritas había voces discordantes, sencillamente de todas esas gentes indeseables que no saben lo que es no tener nada; digamos que, las críticas venían de personas irrelevantes cuya única acción no era otra que hacer daño a la institución alegando que se le entregaba comida a personas que no lo necesitaban.

Al respecto, un cura admirable que me entregó el tesoro de su amistad como es el padre Manolo, siempre me decía lo mismo y me lo contaba a modo de metáfora que, cada vez que le recuerdo me estremezco. Decía el Padre Manolo: “Mira, Luís, soy consciente de que en Cáritas, sin que lo deseemos, siempre nos meten algún que otro gol por la escuadra pero, ¿tú sabes la de miles de penaltis que paramos?”

La sentencia es absolutamente lapidaria, simplemente para enmarcarla dentro del seno de Cáritas porque es una verdad tan auténtica que, esas mágicas palabras brotadas del corazón de un pastor de la Iglesia nos deberían de motivar a todos.

Como decía, si desde siempre Cáritas ha sido imprescindible para remediar el hambre y el frío de miles de personas, en los momentos actuales es de vital importancia, tan grande como los propios medicamentos que podamos encontrar para afrontar el maldito coronavirus que ha querido destruir el mundo. Si en nuestra vida normal eran cientos de miles de personas las que acudían a Cáritas para tener pan y abrigo, en la actualidad, tras la hecatombe que estamos sufriendo, el número se ha multiplicado por una cifra macabra.

Fijémonos que, hubo unos años en que Cáritas se ocupaba de los inmigrantes porque, para fortuna nuestra, los españoles era muy raro que nadie tuviera que acudir a la institución porque todos teníamos trabajo, por ende, el pan lo teníamos asegurado. Sin embargo, en la actualidad, por mucho que nos duela, Cáritas sigue atendiendo a miles de inmigrantes que no tienen nada pero, ya son muchos los españoles que han tenido que pedir ser auxiliados por la caridad de este ente maravilloso al que todos deberíamos de respetar y amar.

Sabedor de la misericordia que provoca esta institución con sus fines benéficos y filantrópicos por parte de decenas de miles de personas de toda España que consagran gran parte de su tiempo para trabajar gratis et amore por esta causa bendita, es por ello que ya deberían de tener el respeto y la admiración de toda España puesto que, salvo cuatro salvajes que anidan en política y repudian las donaciones de tantísimas personas hacia Cáritas, creo que todos deberíamos entregarles el máximo respeto y la más grande admiración.

Como dice el rótulo que nos muestra el canal Trece de televisión, Cáritas es ahora más que nunca contra el coronavirus. Y es cierto. Todos debemos de solidarizarnos en la medida de nuestras posibilidades con un ente tan grande y apasionante como es Cáritas, un centro al que deberíamos de pedirle a Dios que no tuviésemos que acudir nunca jamás. Para mi desdicha, he conocido a personas que denostaban a Cáritas y, más tarde, lamentablemente, pude comprobar cómo acudían allí para ser atendidos y tener un plato de comida.

Recordemos que, la caridad bien entendida es siempre un valor inenarrable, un distingo que hace diferente a todo aquel que ayuda y comparte, al tiempo que sirve de esperanza para todos los que son benefactores de dicha causa que, sin la misma serían muy desdichados. Para unos y para otros, que jamás pierdan la fe en el ser humano porque, a la corta o a la larga, nadie sabe lo que nos espera por el mundo en este transitar que es la vida.

Al respeto de la filantropía que muchas gentes han demostrado hacia tan bella causa, no puedo olvidarme del mundo de los toros que, en repetidas ocasiones se han montado diversos festejos para ayudar a dicha causa tan hermosa, entre otros, en Tomelloso tenían prevista la corrida de toros benéfica para finales de abril para favorecer, entre otros, a la gran institución de Cáritas que, en Tomelloso, como en todos los pueblos de España juega un papel fundamental y decisivo.

Cáritas somos todos, que nadie lo olvide. Y digo que somos todos porque como antes conté, mi desdicha más grande no ha sido otra que ver a personas que jamás creí que terminarían pidiendo un plato de comida y, con mis ojos estupefactos, lo he visto y comprobado. Es una imagen cruel la que no deseo a nadie que la vea. Personas, como antes decía que, en su momento, cuando estaban saboreando la “gloria” que era su existencia, para colmo, criticaban con saña a la institución. Dios no se queda con nada de nadie, por eso desde lo más alto se reparte la justicia que en el mundo muchas veces esquivamos.