Son desoladoras las declaraciones del diestro portuense ante lo que ha sido su temporada las que, de forma lamentable, me siguen dando la razón cuando analizo el mundo de los toros. Daniel Crespo, el protagonista al que aludimos, lleva cinco años como matador de toros y, la diosa fortuna, léase empresarios, no han querido aliarse con su causa torera. El ejemplo más sangrante ha tenido lugar esta temporada que ha finalizado en la que, el diestro ha conseguido ser el triunfador absoluto de la feria de El Puerto de Santa Maria, su plaza, en la que en dos tardes rotundas salió en hombros junto a las máximas figuras del toreo.

Pregunto una vez más. ¿Cómo es posible que los triunfos no aporten contratos a los toreros? No hay respuesta posible, por mucho que nos lo quiera adornar y, cuidado, triunfos al margen, Daniel Crespo es un torero con vitola de artista, esa es la impresión que nos hemos llevado al ver las imágenes de sus triunfos. El diestro, sabedor de todo lo que ha hecho en su plaza no logra entender el hecho de no tener ni apoderado ni contratos; a lo sumo, con él confiesa, aquella apoteosis de su plaza portuense solo le valió para sumar otro festejo en un pueblo de Murcia, Cehegín.

Daniel Crespo es, otro ejemplo más de los muchos que tenemos en el toreo en el que, los triunfos no cuentan para nada. Y, démosle gracias a Dios que le pusieron en El Puerto y, gracias a su éxito toreó al día siguiente en la que había una sustitución. De lo contrario, una tarde y a esperar al año siguiente. Confiesa Crespo que, trabaja, entrena, sueña con ser torero y, menuda papeleta la suya, saberse torero, dueño y señor de su verdad y todo ello apenas sirva para nada, hasta el punto de que, como dice el chaval, tiene que trabajar para vivir que no es ninguna deshonra, todo lo contrario; pero sí de una gravedad extrema por aquello de saberte torero y que no puedas vivir de lo que es tu profesión en definitiva.

Por todo lo apuntado, para muchos toreros jóvenes, hasta estoy convencido que es más reconfortante para ellos el fracaso que el triunfo. Y, cuidado, no he dicho ninguna locura. Aplico la lógica y lo entenderá todo el mundo, hasta el diestro que ha fracasado porque siendo así, ya no te quedan fuerzas para llamar a ninguna puerta y, por el contrario, tras el triunfo de apoteosis, llamar y que nadie atienda tu llamada, eso es mucho más sangrante que el peor de los fracasos.

De momento, el portuense lleva cinco años de espera, un lustro con la esperanza de que un día cambie su suerte, su destino y, al igual que le sucediera en su momento a Emilio de Justo, que tras muchos años de lucha al final se haga justicia. El próximo año, Crespo cumplirá treinta años, un chaval apenas pero, los años pasan muy rápido y cuando quieres darte cuenta has quemado tu juventud sin logro alguno; no por tu culpa, pero sí por aquello de soportar las miserias que el mundo empresarial propicia a muchos toreros.

Mucha suerte para este diestro portuense que, dadas sus condiciones como torero es merecedor de mejor suerte o, si acaso, de ser respetado por las empresas que, con su persona tienen un gran filón para completar carteles sin desdeñar a ningún compañero por muy figura que sea, algo que ha demostrado este año Daniel Crespo junto a los líderes del escalafón.

En la imagen, Daniel Crespo saliendo a hombros junto a El Juli en la plaza de toros del Puerto de Santa María.