Ahora está muy en boga esa frase tan hermosa como abstracta, la que conocemos como BIENESTAR SOCIAL, una frase que utiliza mucho el socialismo y, no digamos el comunismo porque se les llena la boca cada vez que la pronuncian y, lo peor de todo es que la frase, como sus intérpretes, es pura mentira de cara al ser humano. Recordemos que, la auténtica riqueza siempre llegó de la mano de la pobreza y, puesto que hablamos de toros, vamos a poner como ejemplo de lo que decimos a un torero de los años sesenta que, pretendiéndolo o sin pretenderlo, hizo más bien a la sociedad en la que vivía que todos los políticos de izquierda juntos.

Como introito a lo que digo, he aquí una sentencia del maestro Cabral cuando nos decía que, si cada uno cuidara su árbol el bosque sería maravilloso; o cuando Enmanuel Kant nos recordaba que, el principio de la libertad emana del propio individuo para decidir ser libre y no someterse a la dictadura del socialismo. Dicho lo cual, está clarísimo que los principios de todo gran hombre tienen que llegar por decisión propia y sin estar sujeto a regla aluna. Es más, en el toreo como en cualquier ámbito de la vida, las grandes fortunas siempre llegaron a la cima desde la mismísima sima donde vivía el que ahora ha triunfado.

Está claro que, para poder triunfar y cuidar tu árbol, ante todo se necesita ser libre de ataduras para que la mente del individuo, alejada de zozobras que la política comporta pueda realizarse como tal. Y fue en aquellos sesenta en que todos éramos libres –salvo los imbéciles y los gandules- la gente buscaba trabajo y se marchaba a los lugares donde este existía que no eran otros que la proliferación industrial, la que creció con desmesura en aquellos años para deleite de cientos de miles de personas que, gracias a la industria vieron su tabla de salvación porque, como se sabe, en aquellos años que no había bienestar social fue cuando más pantanos se construyeron, más kilómetros de carreteras se hicieron y, como logro total, en España se instaló lo que ahora conocemos como la Seguridad Social, el logro más importante del franquismo puesto que, hasta la llegada al poder del socialista más convencido de aquellos años, es decir, Francisco Franco, -guerra civil al margen- España era un solar desmantelado en todos los órdenes.

No contento con todo lo que he dicho, ordenó, –porque lo digo yo-, que a todos los trabajadores de España había que pagarles una paga extra equivalente a la mensualidad, todo ello en verano e invierno. Es decir, en aquellos años sesenta, un trabajador era algo sagrado para el régimen “dictatorial” que decían los gandules que aspiraban a lo que hoy contemplamos, vivir sin trabajar mediante la mentira de la política, razón por la que dicha “broma” nos cuesta a los españoles veinticinco mil millones al año, vamos, dinero de sobra para que un caprichoso pudiera comprar Madrid entero y ponerlo a su nombre.

La ambición del pueblo español en aquellos años no era otra que encontrar trabajo y, hasta los había muy “osados” que querían hacerse ricos jugándose la vida, profesión admiradísima a la que nadie cuestionaba y, lo que es mejor, todo el mundo ponderaba con inusitada pasión. Ser toreo, sin duda, era lo más grande para el gentío de aquellos años que, por dicha profesión, la gente sentía auténtica veneración por los que consideraban sus ídolos que, dicho de soslayo, todos provenían de los ancestros más humildes de la sociedad, vamos, del hambre pura y dura.

Y dentro de aquella “dictadura” citada en que todos éramos libres, gracias a esa libertad, en aquellos años nacieron auténticos genios que tanta hambre saciaron y tanto bien le hicieron al país que adoraban que no era otro que el suyo, es decir, España, esa palabra maravillosa que, como sabemos, ningún sociata es capaz de pronunciarla. De cobardes está el mundo lleno. Por cierto, ¿algún socialista se ha planteado alguna vez los ancestros humildes de Amancio Ortega y hasta donde ha llegado? Dicen que es el hombre más rico de España pero venía de la pobreza más absoluta y, desde el primer día, cuando empezó a trabajar a los doce años en una camisería de La Coruña, gano su primer jornal y solo tenía una idea en la mente, crear puestos de trabajo que, pasados los años los ha dado por cientos de miles y, cuidado, sin subvenciones estúpidas con las que los políticos riegan a sus correligionarios.

Dentro del mundo de los toros y por aquellos años podría citar a muchos diestros que de forma personal, tanta riqueza repartieron pero, me quedaré con el icono más representativo de la época que no fue otro que Manuel Benítez El Cordobés. Cuidado que, en esta ocasión la cosa no va por los derroteros más o menos artísticos de aquel hombre apasionante; lo que quiero ponderar es todo el trabajo que este hombre generó por el bien de España y, sin duda, por sus compañeros y miles de compatriotas que, gracias a sus éxitos, la reconversión social que generó en el mundo de los toros, muchos años después, todavía seguía siendo un ejemplo. ¿Acaso era un rico apestoso El Cordobés cuando revolucionó el mundo de los toros? Todo lo contrario, era un hombre pobre que era capaz de robar una gallina porque tenía hambre, llevarse las manzanas de cualquier huerto porque había que llenar la tripa, pero quería salir de aquel atolladero sabedor de que, él mejor que nadie, tenía que cuidar su árbol que, traducida la metáfora no era otra cosa que luchar por sí mismo sin esperar a que le dieran nada, por eso llegó hasta lo más alto.

No teníamos el falso bienestar que ahora se promulga, pero la gente tenía cojones y arrestos para cualquier cosa, hasta para jugarse la vida frente a un toro. Sería hermoso, bellísimo, si tuviéramos los datos económicos que El Cordobés generó en sus veinte años en el candelero de la tauromaquia. Estaríamos hablando de cientos de millones de la época, miles diría yo que, gracias a su esfuerzo y de gozar de la libertad que todos teníamos, desde lo más bajo supo llegar a la cúspide, como tantos otros lo hicieron en múltiples facetas. ¿Qué quiero decir? Que el éxito viene desde abajo y de forma personal, sin ataduras, siendo libre y creativo porque todos aquellos países, como España en la actualidad, que piensan que van a vivir de la teta del Estado, además de estar equivocados jamás lograrán el triunfo en nada porque, el socialismo es el sistema para que vivan como reyes unos cuantos, es decir, dirigentes y adláteres mientras al pueblo que le parta un rayo, ahí están los ejemplos de todos los países por los que pasó o vive el socialismo o el comunismo en que, millones de personas se siguen muriendo de hambre.

Solo desde la libertad se puede llegar al éxito en la faceta que fuere; las subvenciones que el socialismo inventó no son otra cosa que la compra de votos para el día de mañana. Por dicha razón, ningún hombre que ame la libertad puede aferrarse a la idea del colectivo socialista que priva y coarta toda acción de aquellos individuos que quieren progresar porque les hacen falsas promesas y, al comprobar la mentira, viene el desencanto. Es el libre mercado, la creación individual de cada cual la que genera bienestar para todos porque, como antes decía, El Cordobés por sí mismo generó mucho más dinero para España que cualquier régimen socialista porque, mientras que el socialismo quiere igualar a todos en la pobreza –menos ellos, los dirigentes- la libre acción del individuo, su capacidad, su sentido creativo, sus dotes como trabajador en el ámbito que fuere, son los que aportan verdadera riqueza al país en que viven. ¿Verdad, Amancio Ortega?