Hay que reconocer que, Morante, en cuanto a parafernalia se refiere es un monstruo. Ahora que está rico gracias a esos animalitos generosos que jamás le ponen en aprieto alguno, no contento con todo lo logrado, en los últimos tiempos ha querido vacilar a los aficionados y periodistas –a mí nunca me engañó- anunciando a bombo y platillo lo que quería que fuera una gesta sin precedentes y, en honor a la verdad, respecto al montaje, lo consiguió como nadie en el mundo lo hubiera hecho.

Al socaire de que mataría los toros de Prieto de la Cal, en El Puerto de Santa María muchos se derritieron de antemano. El periodismo al uso, tenían todos los botafumeiros cargados de incienso para que todo lo de Morante oliese a gloria. Hasta el momento del paseíllo todo resultó “conmovedor”; el traje de Morante, ese viaje en calesa desde el hotel a la plaza; tres mil fotógrafos dispuestos para inmortalizar el momento. Vamos que, Morante cuidó el detalle hasta en lo más mínimo. La mecha estaba prendida pero, como vimos, la bomba no estalló.

Por supuesto que no vi la corrida que, de haber vivido en El Puerto tampoco hubiera ido porque no me gusta tirar el dinero. Y mucho menos cuando, desde el principio, aquello barruntaba a engaño si de la creación de arte se refiere. Decían los que saben que, lo de Morante con Prieto de la Cal era un gesto a la antigua usanza, un sermón que nunca me creí porque, tampoco hace falta ser muy inteligente para adivinar todo lo que vendría después. La suerte de Morante –de suerte nada porque él sabía lo que hacía- es que la corrida se lidió en El Puerto y, aquellos cinco mil santos que acudieron al coso, todos, acojonados, guardaron un respetuoso silencio mientras Morante se quitaba de en medio aquellos pegajosos toros que le estropearon el pasodoble. Si el evento tiene lugar en Madrid, Morante hubiera sabido lo que vale un peine pero, como todo estaba programado, premeditado y organizado para, al menor atisbo de grandeza, haber hecho tañir las campanas de El Puerto.

Los toreros, y Morante es el máximo exponente, quieren para la expresión de su arte a toritos de Juan Pedro y similares como ayer pasó en El Puerto con Manzanares y Pablo Aguado. Es cierto que todos los artistas, con ese tipo de ganado se ponen bellísimos pero, hasta El Catraleño, de haber tenido en sus manos esos toros hubiera bordado el toreo. Aquí todo el mundo sabemos cuándo analizamos las ganaderías, qué toreros las lidiarán y, lo que hizo Morante con Prieto de la Cal, además de una chulada sin precedentes porque, con su actitud, lo único que consiguió que quizás fuera lo que buscara, es que Tomás Prieto de la Cal tenga que clausurar su ganadería porque lo ha dicho Morante, así de cruel, como así de verdadero.

Morante, sin decir ni una sola palabra, en su fuero interno les decía a los demás compañeros figuras: “¿Lo habéis visto, de Tomás ni una más?” Dicen que Morante lidió la corrida con dignidad, solo hubiera faltado que no pudiera, entonces sí que sería para detenerle. Como dijo Antonio Lorca, la corrida no era para tirar cohetes pero, faltó ese gesto heroico del que carece Morante que, insisto, se limitó a matar la corrida y aquí paz y allá gloria. Para colmo de mis males, diría el otro, devolvieron un toro de Prieto, nadie sabe las razones y, casualidades del destino, tenían como sobrero un animalito de Juan Pedro en versión Parladé que dijo, “te va a embestir tu padre” No es menos cierto que, toda la corrida resultó asesinada en varas, lo que restó para que si quedaba un resquicio de que los toros pudieran embestir y allí murió todo. Si se me apura, Morante no engañó a nadie, se mintió a sí mismo esperando que sonara la flauta pero, el flautista estaba de vacaciones. Más que gesto, tras analizar lo que allí pasó, solo cabe una definición, ridículo al más alto nivel.

Lo más sangrante de la cuestión es que, esos toros, los de Prieto de la Cal o similares, los que todos sabemos que tienen poca bravura, cuando los matan los “desdichados”, es ahí cuando se les hinca el diente argumentado que no han triunfado y demás zarandajas que las sufren diestros sin caché como por ejemplo Alberto Lamelas, Octavio Chacón, Sergio Serrano y muchos más qué, de forma irremediable tienen que enfrentarse a lo que les echen y, para colmo, soportando las vilezas de empresarios y mucha prensa que, todos, sin distinción, les tildan de medrosos.

No creo que Morante repita el gesto porque, el ridículo ya lo ha hecho. Como decía, si su idea era concienciar a todos sus compañeros figuras no deben de enfrentarse jamás a esta casta “veragua”, si ese era su propósito lo ha logrado. Sabiendo lo que sabemos, no nos queda otra opción que seguir viendo a Morante con los animalitos de costumbre en los que, con ellos, se pone heroico, sublime, artista, épico y genial, eso sí, siempre sabiendo que su vida no corre peligro alguno. Por cierto, si Morante insiste en matar una corrida de toros de “verdad”, digámosle que se apunte a lo de Pedraza de Yeltes que, el pasado fin de semana logró dos éxitos de clamor en Francia. ¿Te apuntas, Morante?