Los toros, hoy más que nunca, necesitan de mucha pedagogía puesto que, en la actualidad, apenas quedan aficionados razón de peso para que les enseñemos algunas cosas que la vida nos ha mostrado, por aquello del largo peregrinar en el que andamos sumidos que, en honor a la verdad, lo que hemos aprendido no es tarea baladí ni lo será nunca porque, nosotros, de nuestra parte, somos convictos y confesos por aquel aserto que nos dice aquello de, muriendo y aprendiendo. Gracias a Dios, a los años vividos y a la pasión que le hemos puesto a este noble quehacer que consiste en admirar la grandísima fiesta de los toros, por dicha razón queremos trasmitir a los demás aquello que entendemos como la gran verdad de la fiesta.

No pretendo ser maestro de nadie puesto que, como miles de veces confesé, siempre he preferido ser un alumno ante todos aquellos que verdad saben, esencialmente, lo que me ha permitido tomar lecciones maravillosas. Los que fueron mis maestros lo dicen todo, entre ellos, Alfonso Navalón, Joaquín Vidal, Pedro Mari Azofra entre otros. Si quiero exponer mi punto de vista ante lo que es un toro de verdad y un animalito de carril de los que matan las figuras. Claro que, la pregunta es obligadísima: ¿Qué preferimos ver como un hombre se juega la vida de verdad frente a un toro auténtico o, por el contrario, ver a un “artista” poniéndose hermoso ante un animalito moribundo? Veamos. Los toreros que mandan –ahora ya no manda nadie- sostienen que no se enfrentan a los toros encastados porque dicen tener pocas posibilidades de éxito y, puede que no les falte razón pero, ¿de verdad cree alguien que los animalitos de las figuras todos sirven para el regocijo de sus matadores? Vamos, ni de broma porque la mayoría son cadáveres con patas al salir de toriles sin opción de faena alguna. Y mientras una animalito agónico aburre a todo el mundo, el toro encastado, por malo que fuere, siempre nos brinda la emoción de comprobar que un hombre se está jugando la vida. Alicante ha sido una prueba de lo que digo respecto al toro moribundo y sin fuerzas.

Por el contrario, la casta suele tener muchos problemas, por ello los que pueden decidir se decantan por el burro inválido antes que a la grandeza del toro que enamora que, insisto, no todos los toros encastados salen para cortarle las dos orejas; pero sí siempre, por malos que sean, comprobaremos que sus lidiadores se han jugado lo más valioso que tienen, su propia vida, algo que no ocurre en las corridas “infantiles” porque ahí el único peligro que existe es que salgan ya muertos de toriles sin posibilidad de faena alguna.

Dentro de esta pedagogía que aludo voy a mostrar dos fotos de dos chicuelinas muy diferentes; tras ver las fotos, sobran todas las palabras pero, quiero que el aficionado observe dichas imágenes que, reitero, dicen más que mil millones de palabras. Es cierto que la vida es como es y no cómo nosotros quisiéramos que fuera, por ello Enrique Ponce, uno de los aludidos en la imagen que cito, está podrido de millones mientras que, el otro hombre representado en la instantánea apenas tiene para tabaco. Pero veamos el quid de la cuestión y comprobaremos que, mientras Ponce se ridiculiza a sí mismo en Alicante con una chicuelina horrible, chabacana, absurda y sin sentido alguno, vemos a Sergio Serrano en una chicuelina del pasado sábado en Madrid frente a un Victorino y, la cosa cambia por completo.

Ante una chicuelina, un lance que pude tapar mucho los defectos o virtudes de un toro, en esta ocasión hemos tenido la suerte de que llegara a nuestras manos dos fotos de ambas chicuelinas para poder expresar lo que venimos diciendo. ¿Qué ocurre? Muy sencillo. Vemos a Ponce en Alicante con el Juan Pedrito y, entre el “toro” y el torero cabe un autobús mientras que, en la ceñidísima chicuelina de Sergio Serrano en Madrid ante el Victorino, solo cabe una cosa, la verdad más absoluta del toreo.

¿Qué pasa que, tras lo contado, es Sergio Serrano el bueno y Ponce el malo? No se trata de eso. Se trata de hacer comprender a la gente que, Ponce, sumido, aferrado a la más grande comodidad como matador de toros, con más de tres mil corridas en su haber y sin apenas rasguño alguno, me emociona mucho que un muchacho como Sergio Serrano, con apenas dos docenas de toros muertos a estoque, sea capaz de superar al diestro de Chiva si de la verdad hablamos.

Y cuando digo que Ponce apenas ha sufrido rasguño alguno lo digo con conocimiento de causa porque la peor “cornada” que padeció no tuvo sangre porque era la voltereta que sufrió en Valencia hace tres años años que, al caer, lo hizo en mala posición y se partió un tobillo pero, cogidas como la suya, en este caso la de Rodolfo Rodríguez El Pana, cayó de tan mala manera que le costó la vida.

Como dije en la crónica, Sergio Serrano cautivó a Madrid por la vía de la verdad, sencillamente porque se enfrentó a una corrida en la que, hasta los ciegos palpaban que este chico se estaba jugando la vida. ¿En qué festejo de las figuras palpamos esa sensación? Eso hace años que no sucede porque dichos toros que lidian no tienen peligro alguno; es cierto que un toro con el rabo puede hacerte daño, pero no es menos cierto que, el toro, el que fuere, por encima de todo tiene que dar la sensación de peligro y, si eso no ocurre es cuando alcanzamos el grado de la parodia de la que hace años que venimos hablando.

Las figuras, insisto, en sus torpezas, en el pecado llevan la penitencia. Se acabaron para siempre los tiempos gloriosos en que, tres figuritas y seis burros con cuernos llenaban una plaza de toros. Eso ha pasado a mejor vida y, como vemos, para ese espectáculo deplorable que montan en las ferias, todo ha quedado resumido a tres mil gentes del clavel que, por aquello de lucir palmito acuden a la plaza para que les vean pero, lo que se dice aficionados, esos se quedan en casa echando la siesta que siempre es más reconfortante.

En las fotos de Pepe Tébar de Ponce en Alicante y Muriel Feiner de Sergio Serrano en Madrid, comprobamos la autenticidad de cada chicuelina y, sin duda, podemos ver la clase de toros que han lidiado los matadores. Qué juzgue cada cual.