La maldita pandemia que nos azota dejará en la cuneta a millones de “cadáveres” y no me refiero a las personas que han muerto sino, como dije otras veces, a los muertos que quedarán en vida, algo tremendamente dantesco porque esto no ha hecho nada más que empezar. A final de año, cuando contabilicemos la tragedia económica en que se ha sumido España, los datos serán de auténtico escalofrío y, lo que es peor, sin remedio posible.

De momento, alguna que otra medida ha tomado el gobierno para tratar de paliar una situación de desdicha total, de hecatombe al más alto nivel, pero toda ayuda será poca para tantos colectivos que vivían –vivíamos- de nuestro trabajo y una vez nos han privado de él, ¿qué será de nosotros? Morirán muchos más de los que sobrevivirán, dicho en metáfora al referirme a la parte económica que dejará millones de cadáveres en el camino, entre ellos, el mundo de los toros que, sin lugar a dudas, pese a que pertenezcamos al ministerio de Cultura, nadie hará nada por nosotros.

Ya hemos leído que el gobierno está estudiando ayudas para el colectivo del celuloide, por supuesto. Los titiriteros no podían, ni debían dejarles de lado. Por el contrario, los toreros, ganaderos y todo lo que circunda el mundo de los toros, un mundillo tan digno como el que más, nadie ha dicho nada al respecto. Y es muy triste todo lo que digo porque, por ejemplo, mientras en el cine, para que trabajen los actores, el gobierno les entrega cientos de millones para sufragar los bodrios de películas que hacen, más tarde, por mucho que se recaude en los cines a nivel de impuestos, apenas queda nada porque previamente se han gastado fortunas en su financiación.

En los toros, pese a lo que tantos cretinos dicen y subrayan de forma estúpida sin conocimiento de causa, al mundo de los toros no lo financia nadie, absolutamente a nadie; más bien por el contrario, desde la primera celebración taurinas hasta la última, esos millones que se recaudan en concepto del IVA van directamente a las arcas del estado para remediar miles de problemas de todos los colectivos.

Dicho lo cual, es penoso comprobar que, en la situación actual, los toros no los defiende nadie, sencillamente porque nuestros mandatarios odian este espectáculo que, desde siempre, gustos al margen de cada cual, ha entregado a Estado Español cientos de millones aportados por esos aficionados  a los que denigran pero que, en realidad, si nos aceptan nuestra contribución mediante el pago de nuestra entrada a un recinto taurino. O sea que, para pagar si somos buenos pero para ser atendidos ahora, como un colectivo más, al parecer apestamos más de lo debido.

Como antes decía, al final del año las cifras de la hecatombe serán monstruosas, yo diría que difícilmente explicables pero, en mayor grado y medida, la tragedia que asola al mundo de los toros, en el momento actual, ya es todo un síntoma de hambre y miseria al más alto nivel y, todavía estamos en el mes de abril, imaginemos entonces cuando llegue diciembre.

Lógicamente, en el mundo de los toros se salvarán cuatro que son los que mandan en el torero que, ellos no necesitan de ayuda alguna pero, la gran mayoría de los profesionales que no tienen derecho a paro ni nadie que les ampare, sinceramente, no quisiera estar en la piel de estas personas que, sabedores de que nadie les ayudará su dolor no puede ser más grande; vamos que tendrán menos ayuda que los inmigrantes que viven junto a nosotros.

Si toda la tragedia explicada fueran solo del mundo de los toros, pese a todo, sus gentes podrían olvidarse de su profesión y ponerse a trabajar en otros menesteres pero, tras todo lo que estamos viviendo, con más de tres millones de personas en el paro por todas las empresas que se han cerrado, ¿dónde puede encontrar trabajo un torero? Al margen de todas las empresas que se han cerrado como hoteles, restaurantes, bares, tiendas de todo tipo y nivel, en el peor de los casos podrán medio subsistir aquellos que sigan teniendo un puesto de trabajo, un valor que cada día será más escaso pero, ¿a qué puerta tienen que llamar los toreros?

El mundo de los toros y sus adláteres que somos los aficionados, en realidad, para el gobierno, seguimos siendo esos apestados, no de la pandemia actual, más bien de la que siempre nos hemos sentido contagiados, que no es otra que el desprecio de nuestros gobernantes que, como antes dije, ni reparan, en un gesto de sensatez, en los millones de euros que entre todo el colectivo entregamos al Estado Español. El asunto ha llegado a un punto que, nos queda rezar, y lo digo muy seriamente porque si en verdad esperamos alguna ayuda o recompensa ante todo lo que hemos entregado, lo tenemos muy crudo. Que Dios nos pille confesados.

Valga la linda imagen de Curro Díaz para hablar del toreo.