Testigos presenciales nos han informado de la corrida de hoy en Sevilla en que, Juan Pedro Domecq -cosa lógica por otro lado- ha cosechado un fracaso sin precedentes. Nada nuevo con los toros de este ganadero que, desde hace ya muchos años se le ocurrió criar el toro llamado «artista» para deleite de los artistas que los lidian y, el fracaso no ha podido ser mayor. De cada hermanita de la caridad que le sale por toriles, la gran mayoría son bichejos sin calidad alguna, sin fuerzas y sin nada que se le parezca a un toro de lidia. Pero la farsa de la fiesta de los toros está montado de este modo y no hay quien lo arregle. Todo el mundo se quiere apuntar a los de Juan Pedro porque cien que es garantía de éxito. A tenor de los visto, como antaño se hiciera, si se quisiera estrellar a muchos toreros en vez de ponerlos frente a los de García Romero, con dejar que se entren a los de Juan Pedro ya tienen el fracaso asegurado. Y pensar que quieren sustentar la fiesta con esos burros adormilados….Ya se sabe, en el pecado llevan la penitencia los taurinos porque, en la sucesivo, con la expectación que crean estos animalitos, es por ello que la gente ha dejado de ir a los toros y, repito por millonésima vez, en el año venidero, sin pandemia, congregar a más de tres mil personas en una plaza de toros será algo histórico.
Detalles en el día de hoy con los de Juan Pedro por parte de Morante y de Juan Ortega que ha cortado una orejita pueblerina; más que nada porque con la euforia que reinaba hoy en Sevilla había que dar un trofeo, como fuere, pero aquel fracaso había que maquillarlo. Es más, tras ver el resultado no hace falta haber sido espectador como lo ha sido nuestro amigo que nos ha contado la proeza. Como de costumbre, seis animalitos sin fuerzas, sin picar, sin alma, sin apariencia de toro; siempre, a la espera de que saliera el burro tonto que, en esta ocasión no apareció, si acaso, el que Ortega le cortó el despojito pero muy poco más; o sea, nada de nada. Sin duda alguna, con la expectación que allí reinaba, a poco que los animalitos se hubieran comportado no con santidad, pero sí con un poquito de alma y recorrido, con toda seguridad, había ardido Sevilla. Nada ha sido posible porque los toros de Juan Pedro, como hace siglos que vengo avisando son todo menos TOROS.
Tenemos que convencernos, al menos los aficionados de que la fiesta solo puede salvarla el toro con toda su autenticidad y pujanza que, no por ello es garantía de que embistan como los ángeles que, eso ya raya en el milagro. Puestos a elegir, si se me permite, prefiero, como mal menor, las alimañas de Victorino Martín que, como es notorio no dejan indiferente a nadie. Es triste, muchísimo que, como hoy, se cumple el axioma maldito de que cuando hay toreros no hay toros, justamente lo que ha sucedido en Sevilla pero, es un mal que ellos lo han provocado; ellos, Morante y Ortega han sido los autores de haber elegido semejante bodrio a la espera de que saliera el burrito santificado que, al parecer, hoy se le ha quedado en Lo Álvaro a Juan Pedro.
El drama que ansa sumida la fiesta no es otro que la pura parodia del toro que, como hoy, ha sido un fracaso estrepitoso. Esos mismos toros, de haber tenido trapío y presencia de toros, de haber fracaso nadie hubiera dicho nada, ni yo hubiera escrito estas líneas con todo el dolor de m corazón. El problema viene dado cuando se comprueba que todo tiene tintes fraudulentos porque el toro no ha aparecido por lado alguno. Y esa es la tónica de las figuras porque todos esperan que de esas ganaderías comerciales les salga el toro de carril, al burrito amaestrado que, sin peligro ni emoción de tal manera quieren vender su arte.
Recordamos algunas corridas que sirven como ejemplo de la verdad que perseguimos en el mundo de los toros, Sin ir más lejos, la corrida que se lidió en Albacete de Victorino Martin en que, dos hombres apasionados le dieron grandeza a la fiesta, tales como Rubén Pinar y Sergio Serrano. Menudo triunvirato se formo en Albacete con los diestros citados y co el ganadero por excelencia. Muchas serían las corridas que podríamos enumerar donde ha salido el toro y han triunfado los toreros. Que se lo pregunten a Manolo Escribano, Octavio Chacón, Alberto Lamelas, López Chaves, amén de los citados anteriormente que, todos ellos le han dado grandeza y sentido a esta fiesta que los toreros de relumbrón han destrozado por completo. ¿Queréis más pruebas? O los taurinos le ponen remedio a este mal, cosa que no harán jamás, o a la fiesta le quedan cinco minutos escasos. Luego, pasado ese tiempo, que no se queje nadie. Ya sabemos quiénes son os culpables de la destrucción de la fiesta.