Cuando el pasado domingo, tras el festejo de José Tomás en Alicante, como dije, barruntaba que todo el mundo utilizaría el botafumeiro para adorar al astro de la torería, ciertamente, no me equivoqué. Ese torrente mortecino que arrastra todo, cual río caudaloso cuando se trata de José Tomás, es algo imparable, un tsunami en toda regla pero, para desdicha del toreo, todo el mundo ponderó aquello como si fuera una eclosión de autenticidad cuando, como pudimos ver, la mentira en su más viva expresión reinó en Alicante, todo ello por obra y gracia de José Tomás. Cierto es que, en Alicante, en este fin de semana reinó la plenitud para toda la hostelería y restauración puesto que, gracias a José Tomás se quedaron cientos de miles de euros en las arcas de los alicantinos.

A veces, en situaciones como la descrita, hasta me paro a pensar si es que mi grado de locura ha superado a mi cordura y, lo confieso, hasta llego a dudar. Luego, claro, analizo y me tranquilizo yo solito sin ayuda de nadie porque, en realidad yo no tengo la culpa de que todo el mundo quiera adorar al becerro de oro. Yo soy más práctico y, amante de la verdad, en este caso de la grandeza del toro, si éste no aparece en el ruedo, todo lo que el diestro haga carece de importancia, aunque la tenga toda porque un toro puede hacerte daño hasta con el rabo pero, seamos sensatos, ese peligro tenemos que palparlo en todos y cada uno de los momentos de la lidia y, una vez que el torero ha superado esas trabas, es ahí donde comienza la grandeza de este espectáculo inenarrable.

José Tomás, como la empresa, sabedores de que se agotaría el papel triplicaron el precio de las entradas, -mientras haya ignorantes viven los listos- algo que me parece lo más lícito del mundo porque a nadie le pusieron una pistola en el pecho para que compraran la entrada pero, la indignidad manifiesta no es otra que la adulteración del espectáculo porque si una corrida se compone de seis toros, ¿cómo es posible que semejante individuo mate cuatro y, aborregados? Ciertamente, los toros no tuvieron el menor atisbo de trapío, ni fuerzas, ni nada que se le pareciera a un toro de lidia; vamos que, como conté, esos toros no pasan por novillos en muchas plazas de pueblo.

Luego, para colmo, todo eran prohibiciones en el coso; no se podía grabar, no se podía ni respirar y, para colmo, un cordón policial “protegió” al diestro para que nadie de la prensa pudiera hacerle pregunta alguna, en realidad, lo más parecido a Pedro Sánchez que, dicho sea de paso, ambos, Sánchez y Tomás se parecen en todo porque los dos, mediante una campaña bien estructurada a nivel de márquetin, el primero es presidente del gobierno y el segundo el amo del toreo. ¿Lo entiende alguien? Pero no crean que llevan razón, están equivocados ambos personajes pero, como tienen los poderes absolutos hacen lo que les da la gana y a ver quién es el valiente que les recrimina algo.

O sea que, el que teme, algo debe, razón por la que José Tomás no quiere que le graben ni en un triste video porque, claro, las imágenes cantan por si solas, como las que mostramos nosotros en las que no hace falta ser muy listo para comprobar la magnitud de los toros lidiados. No les mandó a los portales el video que había prometido en Jaén, tampoco lo ha hecho en Alicante pero, todos le adoran. Algo está pasando en el mundo de los toros para que la borreguez se haya adueñado de tantísima gente que idolatran a un ídolo de barro que, para colmo, les escupe a todos con sus actitudes.

Claro que, ante situaciones como la descrita, ¿quién es el bizarro que le pone el cascabel al gato? Tras tanto atropello, en el peor de los casos, deberían de haber gentes sensatas que contaran la verdad de lo sucedido en Alicante pero, mi sospecha se confirmó; todo el mundo enloqueció ante la “magia” del diestro, a nadie le importó que no hubieran toros con un mínimo de dignidad; como sucede con los dictadores, y Sánchez como José Tomás saben mucho de ello, imponen su ley y el que quiera que lo acepte y el que no le guste que se joda.

Y muchos creíamos que, José Tomás podía ser el salvador de la fiesta, lo que evidencia nuestra ignorancia. Este tipo camina por la vida con la ambición de llevarse una fortuna exponiendo lo más mínimo posible, los toros que lidió en Alicante dan la medida de todo lo dicho pero, que ante sus caprichos, veleidades, locuras, todo ello para impartir su dictadura personal y que nadie proteste en lo más mínimo, insisto, hay que ser un fuera de serie para mentir de ese modo y que nadie se percate.

Incluso, desde allende nuestras fronteras he leído en algunos portales en los que cuentan el grandioso éxito de José Tomás porque, según ellos, “les han contado desde España”. ¿Se puede ser más cretino y estúpido a la vez? Al paso que vamos veremos muchas más cosas que nos dejarán anonadados. El ejemplo que he puesto lo dice todo. Hasta los que no lo vieron hablan maravillas de la profana corrida de Alicante. Y, lo repetiré hasta la saciedad, si no hay toros como Dios manda, un festejo taurino es una parodia, un sucedáneo de un espectáculo que, otrora fue algo maravilloso y, en la actualidad, cuando se lidia el toro, de igual modo resulta apasionante, no como lo de Alicante.

Pepe Tébar, con su cámara nos muestra la verdad de todo lo que narramos, por ende, lo que en realidad sucedió. Se observa, desde lejos, la falta de trapío de los toros y, como es notorio, su endeblez, razón por la que rodaron por la arena.